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Dark y el insostenible peso del ser




Netflix, 2017
Dentro del pensamiento filosófico de Friedrich Nietzsche, la idea del eterno retorno ha suscitado el interés de diversos autores, dando pie a múltiples interpretaciones. La más difundida plantea la existencia que se repite permanentemente en un círculo temporal. Una de las referencias más significativas a este concepto la encontramos en la novela La insoportable levedad del ser de Milan Kundera, donde el autor plantea a través de uno de los protagonistas  la problemática de  la insostenibilidad de la existencia en un mundo carente de este eterno retorno. 

Pero ¿Cuál es la relación que guarda esto con la serie Dark? Desde que Netflix lanzó el programa unos años atrás, la especulación en torno al mismo ha sido frecuente, como también las diversas interpretaciones a los mensajes explícitos e implícitos y  a las referencias filosóficas y científicas que abundan, siendo la idea del eterno retorno uno de los puntos principales. Precisamente, la trama se nutre de este concepto, enmarcándolo dentro  del plano de los viajes en el tiempo y las paradojas temporales. Desde el primer episodio se nos plantea que el tiempo no es lineal, que el presente, el pasado y el futuro están conectados en un círculo sin principio ni fin, un círculo que se repite en  ciclos de 33 años, existiendo una relación de inmanencia entre los hechos. En este contexto, los personajes de ciertas líneas temporales experimentan eventos similares  a los vividos por otros de épocas diferentes, existiendo una conexión entre ellos. En este sentido, el eterno retorno parece manifestarse en la idea de que todo lo ocurrido y por ocurrir ya se había desarrollado en ciclos anteriores, llevándonos a otro de los planteamientos filosóficos frecuentes: el libre albedrío.
Netflix, 2017


En este contexto, los personajes no son libres al actuar, sus decisiones no implican un efecto significativo en su existencia, puesto que todo parece estar predestinado, a pesar de los viajes en el tiempo. Eventualmente algunos se dan cuenta de que no pueden cambiar el curso de los eventos, porque el ciclo ha de repetirse y en ese eterno retorno todas las acciones ya estaban determinadas.  En consecuencia, la vida se hace pesada y a diferencia de lo que plantea Milan, resulta igual de insostenible que una existencia irrepetible. Los personajes deben cargar con el peso de su existencia y su implicación en el círculo temporal en el que están envueltos, especialmente aquellos que son conscientes de ello.

En este sentido, la trama se fundamenta en el determinismo, aunque no parece existir una clara delimitación respecto al principio o el origen que  desencadena los eventos. La historia crea la ilusión de que el ciclo puede ser cambiado, pero al final el espectador termina igual de perplejo que algunos personajes al descubrir que no hay forma de modificarlo. Aunque hayan existido variaciones, todo termina desembocando en el mismo punto, haciendo eco de la idea del tiempo como un río cuya corriente sigue su curso a pesar de ser perturbado. En efecto, desde esta perspectiva, la trama futura de la serie resultaría predecible, tomando en cuenta que todo lo ocurrido es el resultado de un círculo vicioso. A pesar de ello, como espectador resulta inevitable fascinarse con esta intrincada narrativa y  todas las implicaciones éticas que encierran las conductas de los personajes,  enmarcados en un drama familiar  con el cual muchos terminan identificándose. 
Netflix, 2017


A estas, también se suman las implicaciones teológicas y la constante reflexión en torno al tiempo. Resulta interesante cómo el propio tiempo es identificado con la figura de Dios por parte de uno de los personajes, haciendo referencia a su inclemencia con los seres humanos. La historia plantea una lucha entre el Bien y el  Mal en la que existen  dos bandos: la luz y la oscuridad.  Más adelante esta lucha constituye una guerra contra el tiempo   emprendida por los personajes claves. En este contexto, resulta difícil asimilar quién realmente es el villano, y más aún cuando  la serie plantea la novedosa idea de que algunos enemigos son las versiones más mayores de los mismos protagonistas.

Al respecto, la segunda temporada inicia con la frase de Nietzsche “Si miras mucho tiempo dentro de un abismo, el abismo también mira dentro de ti”, en referencia a lo que habría de pasar con algunos de los personajes, los cuales se verían enfrentados consigo mismos.  En esta lucha, deberán hacer frente a la esclavitud de los sentimientos, siendo el deseo el principal motor de las acciones y el dolor, el forjador del carácter, tal como lo plantea la figura antagonista mayor. Tales sentimientos, se antojan como categorías filosóficas para describir al ser humano y sus motivaciones, yendo de la mano con cada unos de los personajes, los cuales se ven impulsados por sus propios intereses y sufrimientos.

En definitiva, son varias las reflexiones que se pueden extraer de esta producción audiovisual; en un tiempo en el que la televisión y el cine se ven cargados de ficciones carentes de sustancia, Dark se nos presenta como una propuesta fresca que vitaliza las historias sobre viajes en el tiempo, con un trasfondo científico y filosófico interesante.  Sin caer en pretensiones ni giros de tuercas gratuitos, la trama y la idea del eterno retorno se sostienen magistralmente, manteniéndonos expectantes ante la próxima revelación o evento a ocurrir en ese pequeño universo oscuro que hace honor al título. Nada es arbitrario, desde la atmósfera fría y sombría evocada por la fotografía, hasta la música instrumental y los temas vanguardistas que acompañan a cada capítulo, es una constante alusión poética a la oscuridad que se extiende desde aquella misteriosa cueva hasta los más recónditos rincones del pequeño pueblo de Winden. Sin lugar a dudas, es una obra cargada de simbolismos y referencias científicas, filosóficas, teológicas y mitológicas que darían material para un análisis más exhaustivo.



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