Ir al contenido principal

Sobre la llamada cultura de la cancelación

 


Fuente de la imagen: https://elmontonero.pe/upload/uploads_images/columna_erika_3.jpeg



La cultura de la cancelación es un tema que ha venido ganando espacio en las discusiones actuales con mayor frecuencia, alimentado  por casos del ámbito artístico y del entretenimiento, así como también académico, que han despertado la indignación de muchas personas desde los distintos estrados ideológicos que ocupan. Casos relacionados con el racismo, el abuso sexual, etc., que  nos llevan a replantearnos nuestras creencias y posturas sobre ciertas figuras, hechos y productos artísticos.

¿Es algo realmente nuevo todo esto? Conviene tener claro la diferencia que existe entre “cancelar” y “censurar”. La censura siempre ha existido por causas políticas, ideológicas o religiosas,  y mayormente ha consistido en desaprobar  o prohibir obras e ideas que no coinciden con un determinado sistema de creencias o principios, o al menos promover  su prohibición.  Casos de sobra hay en la historia de obras censuradas e incluso de personas asesinadas por sostener ciertas ideas contrarias. Ahora bien, la  censura en la actualidad no siempre llega a esos términos drásticos, a veces se limita  a la eliminación de determinado fragmento o escena de un material escrito o audiovisual, y con frecuencia el material original sigue circulando, aunque  ya no para el público en general. En cambio, la cancelación es un acto de abolición, de suprimir. En resumen, aunque ambos términos están relacionados, la censura no siempre lleva a una abolición, que es el caso de la cancelación. Es importante tener claro esto, pues, ciertos casos que se le atribuyen a la determinada cultura de la cancelación son cuestiones de censura que nada atentan contra la existencia de algunas obras o productos en el ámbito artístico o intelectual.

 

Ahora bien ¿Es necesario cancelar o censurar ciertas obras o personas? Considero que ninguna de las dos, al menos en el mundo académico o artístico. Nuestra historia ha estado marcada  por  hechos, obras y personas  reprochables,  pero estemos o no de acuerdo son parte de nuestro pasado, de nuestra cultura, y  no podemos pretender que no existieron a través de la censura o la cancelación. Por  algo se dice que quién no conoce su historia está condenado a repetirla. Asimismo, considero que no se puede juzgar los hechos o las personas del pasado, con el lente de nuestra época, todo responde a un contexto y si  hoy en día somos capaces de observar en ese pasado acciones incorrectas se los debemos a  años de evolución y aprendizaje que tal vez partieron de una reformulación de la sociedad a partir de tales hechos.  Entender también, que existía una moral diferente y un nivel de conocimiento sobre la realidad no comparable con el nuestro.

 

No obstante, esto no implica que debamos justificar tales hechos o personas por responder a un contexto y a un sistema de creencias y valores distintos. La crítica es necesaria, pero no pretendamos borrar aquello con lo cual no estamos de acuerdo o restarle el valor que posee dentro de nuestra cultura o nuestro desarrollo social.  Hay que ver el pasado con el lente actual, pero asumiendo una postura objetiva frente al mismo. 

Un punto que conviene tratar por separado es el caso del artista y su obra. Ha sido amplio el debate respecto a si conviene analizar a ambos por separado o es necesario verlos en su conjunto. Es evidente que en toda obra artística se perfila explícita o implícitamente la ideología o la cosmovisión particular de su creador. Considero que el análisis va a depender desde el enfoque que se realice. En algunos casos será conveniente ver la obra junto al autor, en otros no tanto. Es cierto  que el partir de determinados  aspectos sobre la vida y conducta del artista nos puede prejuiciar en torno al contenido de su obra,  por eso es importante tomar en cuenta desde qué perspectiva hacemos la observación para obtener una mirada más objetiva.

Ahora bien, con lo que no estoy de acuerdo es que se pretenda defender al artista por el hecho de aportar con su obra, no podemos ignorar sus actos condenables, si estos existen. Ante todo es un ser humano, como el resto, y ser artista no puede eximirlo de ciertas culpas. Si bien, no podemos ocultar o eliminar su creación, pero tampoco disculparlo por su calidad de persona privilegiada, con ello estaríamos cometiendo un acto de doble moral.

 

Para terminar, no veo peligro alguno en la censura, esta ha existido y siempre existirá, pues, nunca podremos ponernos de acuerdo respecto a las cuestiones morales e ideológicas. Ahora bien, el peligro está en convertirla en cancelación, pues implicaría borrar elementos que forman parte de nuestra historia y cultura. Viendo el lado positivo de esto, este movimiento nos ha hecho revisar ciertos eventos, personas y productos con un mayor conocimiento sobre la realidad para darnos cuenta de conductas y valores que no eran correctos, aunque para la época no lo sabíamos. Este ejercicio es necesario, y en general conviene observar todo con un sentido crítico para no dejarnos manipular y tener nuestro propio criterio al respecto. Ya la decisión de no consumir la obra por las acciones reprobables de su autor u otras razones,  le compete a cada quién hacerlo, pero no privemos a las futuras generaciones.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Independientes del 40

Pedro Mír, Héctor Incháustegui Cabral, Manuel del Cabral y Tomás Hernández Franco Reciben el nombre de los Independientes del cuarenta los poetas dominicanos Pedro Mír Valentín, Manuel del Cabral, Tomás Hernández Franco y Héctor Incháustegui Cabral . Algunos autores y críticos también incluyen en la lista a la poetisa Carmen Natalia Martínez Bonilla y a otros autores más que escribieron para la década de los 40. Respecto al nombre, Gutiérrez  (1998) nos dice: "El nombre Independientes del cuarenta se autoexplica. Independientes porque el exilio ubicó a estos escritores en zonas geográficas distintas y esto provocó un temporal distanciamiento físico que impidió la agrupación de los mismos bajo un lema común" (p.19). Pero también se explica por el hecho de no haber pertenecido a ninguno de los grupos o movimientos poéticos del momento, como el de la Poesía Sorprendida y la Generación del 48. Estos escritores tuvieron en común el hecho de haber nacido en provinci

El sí de las niñas, neoclasicismo e ilustración

                                 “La ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad. Él mismo es culpable de ella.” Emmanuel Kant La ilustración constituyó un movimiento intelectual reformista que surgió en Francia en el siglo XVIII y se expandió por gran parte de Europa, caracterizándose por la fe en la razón, la crítica a las instituciones tradicionales y la difusión del saber. Este se manifestó en la literatura a través del neoclasicismo, corriente literaria que significó el retorno a los modelos clásicos que fueron rechazados durante el Barroco. Las obras de esta corriente se basaban en la razón, la moral y la didáctica; se rechazaba lo fantástico y popular y se proponía lo racional y académico. Entre sus características están: la adopción de los modelos clásicos, el papel preponderante de la razón, el arte como imitación de la naturaleza, la función didáctica y la universalidad. Una expresión algo tardía del neoclasicismo en la literatura española se

El Periquillo Sarniento: Contexto y características

Fuente Dentro de las producciones más significativas de la literatura americana se encuentra El Periquillo Sarniento. Considerada como la primera novela publicada en el Nuevo Mundo, le ha dado a su autor, José Joaquín Fernández de Lizardi, el reconocimiento de ser el primer novelista americano.  José Joaquín Fernández de Lizardi Esta novela muestra afinidad con el género de la picaresca española. Su fuerte realismo, su carácter satírico y la narración con un estilo autobiográfico nos recuerda al conocido “Lazarillo de Tormes”. Pero, comparado con esta obra, El Periquillo Sarniento posee un fin didáctico mucho más profundo, además de otras características, que se acercan más al neoclasicismo, movimiento cuyos influjos se sintieron algos tardíos en América.  Contexto  La novela tubo su primera publicación en el año 1816. En esta solo estuvieron incluidos los tres primeros tomos de la obra. Para entonces, en la colonia de México comenzaba a despertarse el sentimi