Jaime Gil de Biedma |
A pesar de poseer una producción poco extensa, Jaime Gil de Biedma es una de las figuras más notorias de la generación de los 50 en la literatura española del siglo XX. Su poesía, marcada por sus experiencias personales y sociales, es un claro ejemplo de que la calidad está por encima de la cantidad. A modo de ejemplo, en esta ocasión comentaremos brevemente uno de sus títulos más emblemáticos: Amor más poderoso que la vida.
La misma calidad que el sol de tu país,
saliendo entre las nubes:
alegre y delicado matiz en unas hojas,
fulgor de un cristal, modulación
del apagado brillo de la lluvia.
La misma calidad que tu ciudad,
tu ciudad de cristal innumerable
idéntica y distinta, cambiada por el tiempo:
calles que desconozco y plaza antigua
de pájaros poblada,
la plaza en que una noche nos besamos.
La misma calidad que tu expresión,
al cabo de los años,
esta noche al mirarme:
la misma calidad que tu expresión
y la expresión herida de tus labios.
Amor que tiene calidad de vida,
amor sin exigencias de futuro,
presente del pasado,
amor más poderoso que la vida:
perdido y encontrado.
Encontrado, perdido...
El poema se compone de cuatro estrofas; la primera y la tercera de cinco versos, y la segunda y la cuarta de seis. La versificación es irregular, predominando los versos de arte mayor. Es recurrente el uso de metáforas que establecen la relación simbólica que existe entre la grandeza y la belleza de la ciudad con el amor sentido por el yo poético. También se observa el empleo de antítesis y paradojas, estableciendo contrastes entre ideas que dan a la expresión del poeta una alta nota de lirismo, además del uso de anáforas y anadiplosis con las que se pretende fijar la idea del amor elevado. Asimismo son recurrentes expresiones como “calidad” y “cristal” que expresan la pureza y la fragilidad del sentimiento del poeta.
Con un lenguaje intimista, el poema nos hace ser testigos del amor manifestado por el yo poético, un sentimiento que se iguala a todas las cosas bellas que lo evocan, como los paisajes y los recuerdos de las experiencias amorosas, y termina elevándose por encima de la vida misma, pero sin alcanzar la trascendencia. La voz del poeta es la de un hombre apasionado que se encuentra en un estado de ensueño. El poeta se esfuerza por encontrar las palabras precisas para expresar su sentimiento, pero se enreda en paradojas y concluye con una antítesis, cansado y consciente de que no hay expresión que pueda abarcar la grandeza de lo que siente. Mas logra hallar en “cristal”, la imagen que resume su idea del amor: puro, delicado, espléndido, pero frágil.
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