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El arte de la novela según Milan Kundera



“La única moral de la novela es el conocimiento; es inmoral aquella novela que no descubre parcela alguna de la existencia hasta entonces desconocida” 

Hermann Broch 



La mayor riqueza de la literatura no solo se encuentra en su función poética o estética, sino además en su carácter ambiguo, ese rasgo que permite establecer diversas interpretaciones a partir de una misma obra literaria, ampliando de este modo su contenido y renovándolo con cada nueva impresión. Dentro de los géneros narrativos, la novela es un ejemplo por excelencia de esta característica. Como texto connotativo, otorga al lector múltiples posibilidades de explicación y descripción. 
Milan Kundera


Abordar la novela en una teoría coherente sobre sus características ha sido una tarea frecuente en muchos escritores y teóricos. Uno de los esfuerzos más interesantes por explicar este género ha sido el trabajo de Milan Kundera, escritor checo, conocido por ser el autor de obras como La broma y la Insoportable Levedad del Ser. Este autor no posee una teoría estructurada sobre la novela, pero sí ha hecho planteamientos interesantes, a modo de reflexión en algunos de sus trabajos, que valen la pena observar. La mayor parte de estos aparecen en su obra “El arte de la novela”, especialmente en una serie de diálogos donde el autor expone sus principales reflexiones sobre el género. Pero también se encuentran en su texto El Telón y a modo de metaficción en su libro La Insoportable Levedad del Ser. 



La concepción del escritor checo respecto a la novela tiene sus influencias en los autores Hermann Broch, Franz Kafka y Fielding. Esta parte de la premisa de que la novela tiene como función principal aprehender al yo. De acuerdo con las diferentes formas en las que se ha tratado de lograr esta función, se distingue en la historia del género tendencias, movimientos y épocas con rasgos en común. En este sentido, las primeras novelas buscaban esta aprehensión mediante la acción, a través de la cual los personajes se reflejaban a sí mismos. Más adelante la acción es abandonada por la vida interior de los personajes, dando paso al nacimiento de la novela psicológica, lo cual tendría sus antecedentes históricos en el romanticismo tras el triunfo de la subjetividad. Ese camino por la aprehensión del yo llega al siglo XX bajo la fuerte repercusión de los conflictos bélicos y las revoluciones vanguardistas; en este contexto Milan Kundera aporta su particular definición de la nueva novela. 

La novela no es una confesión del autor, sino una exploración de lo que es la vida humana en la trampa en que hoy se ha convertido el mundo. 

Esta es una de las citas más célebres de la Insoportable Levedad del Ser y donde se percibe la concepción particular del autor respecto al género. Según sus planteamientos, ante el abandono de la vida interior de los personajes, la novela en el último siglo se orienta hacia una nueva forma de aprehender al yo, que consiste en aprehender la esencia de su problemática existencial, expuesta mediante palabras que definen a los personajes y constituyen categorías de la existencia, elementos que permiten al autor descifrar el código existencial del yo. 

Pero esta búsqueda, no se hace por un campo abierto y despejado, sino a través de un espacio tortuoso, determinado por el contexto social inmediato. De acuerdo con Kundera, los grandes conflictos del siglo XX han provocado que las vidas de las personas estén cada vez más determinadas por la realidad inmediata. Están cada vez más limitadas por condicionamientos exteriores que no pueden eludir, de allí la visión del mundo como una trampa. Descubrir las posibilidades del hombre en este contexto es la tarea de la novela moderna. En este sentido, la novela se convierte en un medio de reflexión sobre la existencia. 

Pero esta concepción no es nueva. Fue Fielding quien le dio por vez primera a la novela el carácter de reflexión sobre un aspecto desconocido del ser humano. Tal como lo cita el escritor checo, este autor concibe la novela como un acto de conocimiento que consiste en «penetrar rápida y sagazmente en la verdadera esencia de todo lo que es objeto de nuestra contemplación». Este acto es una invención en el sentido etimológico de la palabra, es decir, un descubrimiento. Como señala Kundera “al inventar su novela, el novelista descubre un aspecto hasta entonces desconocido, oculto, de la naturaleza humana” (El telón, primera parte: Conciencia de la continuidad). 

Partiendo de ello, se podría decir que la novela posee una función fenomenológica. En este sentido, la novela no examina la realidad, sino la existencia, entendida esta última como “el campo de las posibilidades humanas, todo lo que el hombre puede llegar a ser, todo aquello de que es capaz” (El arte de la novela, segunda parte). De allí que el autor defina la novela como “una meditación sobre la existencia vista a través de personajes imaginarios” (El arte de la novela, cuarta parte). En efecto el novelista se convierte en un explorador de la existencia mediante los personajes que construye. 

El personaje no es un simulacro de un ser viviente. Es un ser imaginario. Un ego experimental. 

Dentro del vocabulario de Kundera, los personajes son definidos como “egos experimentales”. No son imitaciones de seres reales, sino construcciones imaginarias . Según el escritor checo, “nacen de una situación, una frase, una metáfora, en la que está depositada una posibilidad humana fundamental que el autor cree que nadie ha descubierto o sobre la que nadie ha dicho nada esencial” (La Insoportable Levedad del Ser, quinta parte, cap. 15). 

En este sentido, los personajes resultan ser fantasmas a quienes los lectores le otorgan forma. Expresan posibilidades humanas, no conductas definidas. Por ello las novelas de Kundera suelen carecer de amplias descripciones sobre los personajes, pues ellos están para presentar esas posibilidades que definen la existencia. 

Cabe aclarar que el término existencia en Kundera parte de la concepción filosófica de Heidegger. En este sentido existir es “ser-en-el-mundo”, lo que implica que el ser humano no es ajeno al entorno que le rodea, sino que está estrechamente vinculado al mismo; no puede escapar a su contexto. Por lo que la existencia no se limita a la dimensión psicológica u ontológica del ser humano, sino que abarca también su dimensión histórica. Por esto las novelas también presentan aspectos históricos, políticos y sociales que influyen de una forma u otra en las actuaciones de los personajes. Tanto el hombre como su mundo deben ser vistos como posibilidades de la existencia. 

Partiendo de lo expuesto anteriormente, se podría llegar a la conclusión de que la novela, según como la concibe Kundera, tiene cierta dimensión filosófica. Pero el autor nos aclara que la novela no es un medio de exposición de la filosofía. Como él mismo expresa, “la filosofía desarrolla su pensamiento en un espacio abstracto, sin personajes, sin situaciones” (El arte de la novela, segunda parte). La novela en cambio plantea posibilidades existenciales mediante sus personajes y sus acciones, a modo de interrogación. Su sabiduría es la sabiduría de la incertidumbre, se fundamenta en la relatividad y la ambigüedad de las cosas humanas. No afirma, ni propone nada respecto a la existencia o cualquier otra cuestión filosófica, sino que trata de comprender al hombre mediante la exposición de sus posibilidades bajo la representación de unos personajes. En este sentido, la novela es hipotética, interrogativa, mientras, que la filosofía es más afirmativa, según lo planteado por el escritor checo. En ocasiones, lo que se puede llamar pensamiento filosófico en un novelista no es más que ejercicio de reflexión. Todo pensamiento, por dogmático que sea, en la novela se convierte en hipotético, esto es lo que se les escapa a los filósofos cuando intentan escribir una novela, según Kundera. 

En el mundo moderno abandonado por la filosofía, fraccionado por centenares de especializaciones científicas, la novela nos queda como el último observatorio desde donde podemos abarcar la vida humana como un todo. 

En cuanto a lo formal, la concepción de Kundera abandona los aspectos convencionales de la técnica novelística, como las amplias descripciones y la exposición del pasado de los personajes, y otros más recientes como el monólogo interior, para dar prioridad a la función de la aprehensión del yo. No obstante, incluye otros aspectos innovadores, que toman sus nombres prestados del lenguaje musicológico, como es el caso de la polifonía. Esta consiste en la presentación simultánea de varias líneas argumentales independientes a lo largo de la obra, pero enlazadas por una misma unidad temática. Esta técnica responde a lo que el autor checo llama contrapunto novelesco, el cual tiene como condiciones la igualdad de las líneas, es decir que ninguna esté por encima o por debajo de la otra en términos de tono, ritmo o extensión; y la indivisibilidad del conjunto, o sea, que las líneas argumentales no se perciban como separadas. Este contrapunto logra su más alta expresión al lograr mezclar en una misma obra la filosofía, la narración y el ensueño. Para ello es necesario que todas las líneas respondan a una misma unidad temática. Ahora bien, el autor puede recurrir de vez en cuando a digresiones, las cuales consisten en abordar cierto tema fuera de la historia novelesca a modo de reflexión. Al respecto, un tema dentro de una novela es una interrogación que examina ciertas categorías de la existencia, expresadas a través de las palabras que definen a los personajes. 

En términos del escritor checo, “componer una novela es yuxtaponer diferentes espacios emocionales” (El arte de la novela, cuarta parte), lo que implica seguir una composición similar a la música, estableciendo variaciones de tonos y ritmos. Así, un tema estaría compuesto por uno o varios motivos que se repiten y se enlazan con otros temas, como sucede en términos musicales. 

En resumen, Milan Kundera define la novela como un examen de la existencia humana mediante los personajes y el contexto en el que se ven envueltos. Esta concepción responde a una época donde la imitación fiel de la realidad es abandonada por el examen de una problemática existencial. En efecto el novelista no está obligado a hacer sus personajes y sus mundos lo más reales posibles, pues como dice el escritor, la frontera entre lo inverosímil ya no está vigilada. Es una concepción un tanto vanguardista y experimental y expresa una visión determinista del mundo.

Como vimos sus planteamientos parten de su influencia musical y de los trabajos de Hermann Broch, Kafka y Fielding. Si bien es cierto, Algunos de estos planteamientos responden a su proyecto personal, inclusive llegan en ocasiones a contradecirse, y se entienden mejor examinando sus propias obras; sin embargo también podemos encontrar algunos de ellos en otras producciones novelísticas de la época. 

Evidentemente los conflictos del pasado siglo XX dejaron una marca significativa en los escritores de aquel entonces, y sus obras fueron consecuencia de ello, como es el caso del autor aquí estudiado. Pueda que la novela aspire demasiado al tratar de aprehender el yo, —cosa que le concierne más a la filosofía — y quizás esa tarea ya fue abandonada, pero el género aún continúa balanceándose en la trampa en la que se ha convertido el mundo en los últimos tiempos.

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