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El estilo escritural de Héctor Incháustegui Cabral

Héctor Incháustegui Cabral El literato y filólogo español Dámaso Alonso (1969) expresa en uno de sus tantos documentos: “el estudio del estilo es el medio más eficaz para actualizar el placer estético de la creación artística en su marcha viva para revivirlo o reexperimentarlo”. Son palabras que revelan una valoración del estilo como aspecto importante de la obra artística, como sello que la adorna dotándola de una estética   particular; cuyo estudio no es el simple análisis de aspectos formales, sino que mediante él realizamos un reencuentro con la obra literaria en su viva expresión,   descubriendo detalles que con un sencilla lectura   se nos pueden escapar. El presente estudio, más que un medio para actualizar el placer estético, constituye un primer acercamiento a la descripción del estilo que caracteriza la poesía de Héctor Incháustegui Cabral, partiendo de lo que otros autores han expuesto respecto   a su obra. La poesía de Héctor Incháustegui Cabral, aun

Ars Grammatica de Dionisio de Tracia, una de las bases fundamentales de la gramática tradicional

«La lengua no es la envoltura del pensamiento sino el pensamiento mismo». Miguel de Unamuno      Las reflexiones en torno a la lengua se remontan a la antigüedad misma de la humanidad, cuando los pensadores de aquellos tiempos vieron la importancia que poseía  como vehículo para comunicar y mover masas. Estas preocupaciones adquirieron carácter de objeto de estudio concretamente en la Grecia Antigua, cuna de la cultura occidental. El mundo helénico fue protagonista una vez más  de los avances en el conocimiento humano, en este caso respecto a la lengua. Sus aportaciones en la materia han sido de una enorme trascendencia en la historia de las investigaciones lingüísticas. Estas reflexiones tienen su inicio en el siglo V a. C. con los sofistas, especialmente con los aportes de los filósofos Protágoras, Platón y Aristóteles.  Todo su pensamiento en torno a los asuntos lingüísticos sería sintetizado más tarde, en el período Alejandrino por Dionisio de Tracia (170-90 a. C), autor de

La estética del Barroco

Juan Ribalta , Preparativos para la crucifixión. Lienzo, 1615. Con el término  “Barroco” se suele designar con frecuencia  tres aspectos: un período histórico,  un estilo artístico y  un movimiento cultural.  El punto en común entre las tres designaciones es el siglo XVII, momento de la decadencia del Renacimiento en Europa. El Barroco aparece entonces como una reacción contra la serenidad clásica y el equilibrio característico del movimiento renacentista. Rompe con la normativa y la armonía clásica para abrir paso a expresiones artísticas  donde predominaba una artificiosidad exagerada y la ostentación. Con el Renacimiento se recupera el ideal clásico de la belleza, el hombre y la naturaleza. El Barroco significó una especie de retorno a algunos elementos de la estética medieval, como   el uso   de los contrastes claroscuristas. Pero la estética barroca se caracterizaría especialmente por mostrar un arte   suntuoso y preciosista, de una ornamentación exagerada. El barr

Un acercamiento a la filosofía moral de Friedrich Nietzsche

Gran parte de los planteamientos que Friedrich Nietzsche hizo sobre la moral se encuentra en dos de sus obras capitales: “La Genealogía de la Moral” y “Más allá del Bien y el Mal”. Pero en otros de sus escritos como “Así Habla Zaratustra”, “El Anticristo” y “La Voluntad de Poder”, se hallan algunos aspectos que nos permiten ampliar sus  reflexiones en torno a la moral y las cuestiones éticas. En sus planteamientos el filósofo alemán parte de la crítica a la moral tradicional, la moral según él impuesta por el judeocristianismo. Ve esta moral como un instinto de degeneración, ya que los códigos morales limitan la naturaleza del ser humano y reprimen sus impulsos vitales. Para él todos los valores fundamentados en esta moral son decadentes, puesto que van en contra de la vida misma. Esta crítica parte de una crítica general dirigida a la cultura occidental, la cual, según Nietzsche, se halla en un estado de decadencia que surge y se extiende a partir de Sócrates y la

El señor de las moscas: un examen sobre la naturaleza humana

Portada de la edición de Alianza Editorial Existen historias que con el tiempo se vuelven icónicas, adquiriendo su permanencia en el imaginario colectivo. El señor de las moscas es una de ellas. Escrita por el  inglés William Golding, premio Nobel (1983), la novela se ha convertido en uno de los clásicos  más emblemáticos de la literatura inglesa contemporánea. Su lectura continúa siendo un imperativo en institutos y centros escolares de Inglaterra y Estados Unidos, manteniendo una popularidad notable.  A simple vista, la historia narrada parece el argumento de una película de misterio o un thriller sobre un naufragio: tras un accidente aéreo, un grupo de niños queda atrapado en una isla desconocida, sin la compañía de algún  adulto; uno de ellos trata de poner orden entre todos, buscando sobrevivir en aquel ambiente, mientras decide encender una hoguera permanente con el fin de que algún buque la vea como una señal para rescatarlos; pero su propósito se ve fr

El Lazarillo de Tormes: La novela picaresca en su contexto

La literatura evoluciona por medio de las innovaciones  que se van presentando al pasar el tiempo. Eventualmente una época determinada con su situación socio-política influye para que ocurran estos cambios y las obras que resultan no solo pasan a expresar el sentir del autor, sino también el espejo en el que se refleja la sociedad misma. Un ejemplo de lo dicho anteriormente lo es El Lazarillo de Tormes, obra de gran significación dentro de la literatura española, en la que se observa la situación social de su tiempo. Su aparición es quizás uno de los mayores cambios que ocurrieron dentro de la literatura durante el Siglo de Oro, época de gran florecimiento artístico  en España. Con ella se inicia la novela picaresca,  género que se convirtió luego en uno de los más representativos de las letras hispánicas por su realismo y lenguaje. El Lazarillo de Tormes fue escrito en el siglo XVI durante los últimos años del reinado de Carlos I de España y V de Alemania, el famoso emperador