«La lengua no es
la envoltura del pensamiento sino el pensamiento mismo».
Miguel de Unamuno
Las reflexiones en torno a la lengua se
remontan a la antigüedad misma de la humanidad, cuando los pensadores de
aquellos tiempos vieron la importancia que poseía como vehículo para
comunicar y mover masas. Estas preocupaciones adquirieron carácter de objeto de
estudio concretamente en la Grecia Antigua, cuna de la cultura occidental. El
mundo helénico fue protagonista una vez más
de los avances en el conocimiento humano, en este caso respecto a la lengua. Sus aportaciones en la materia han sido de una enorme trascendencia en
la historia de las investigaciones lingüísticas. Estas reflexiones tienen su
inicio en el siglo V a. C. con los sofistas, especialmente con los aportes de
los filósofos Protágoras, Platón y Aristóteles.
Todo su pensamiento en torno a los asuntos lingüísticos sería
sintetizado más tarde, en el período Alejandrino por Dionisio de Tracia (170-90
a. C), autor de Ars Grammatica, primera
gramática del idioma griego.
Dionisio de Tracia |
El presente
ensayo expone a modo de un comentario
extenso los aspectos más significativos de la obra de Dionisio de Tracia, en relación con los estudios gramaticales con
los que contamos en la actualidad, resaltando las aportaciones que ha tenido.
Como
señala Lola Bascal (1996), la Gramática de Dionisio de Tracia «es cita obligada
en todos los acercamientos a la historia de la lingüística por ser el primer
tratado gramatical que se divulgó en el mundo occidental y por el
reconocimiento unánime que suscita entre los estudiosos su contribución al
devenir de los estudios sobre el lenguaje.» Su valor en la historia de los estudios
lingüísticos es indiscutible. El hecho
de que muchos de los conceptos, definiciones y otros aspectos planteados por Dionisio de Tracia formaron
parte del edificio de la gramática tradicional, y todavía se conservan en
cierta medida, evidencia la
trascendencia que ha tenido este texto en los estudios de las lenguas
occidentales.
Ars Grammatica
constituye una síntesis que recoge los planteamientos precientíficos de los
filósofos griegos en torno a la lengua griega y los amplía agregando las consideraciones del
autor de manera escueta. Respecto a las aportaciones de estos
filósofos, Yonni Muñoz en su texto Nociones Lingüísticas Elementales, expresa
lo siguiente:
Protágoras (480-410 a. C.) se destacó por valorizar el uso correcto de las palabras y el empleo de voces sinónimas para precisar la expresión de un concepto, además de que clasificó las oraciones desde el punto de vista de su sentido o de la intención del hablante. Platón (417-347 a. C.) posee el mérito de haber sido el primero en distinguir el nombre del verbo, mientras que Aristóteles fue quien distinguió las expresiones que pueden constituir una proposición de las que no pueden hacerlo, además de que diferenció los nombres comunes de los propios.
Todas estas reflexiones fueron llevadas a
cabo desde el ámbito de la filosofía; fue Dionisio de Tracia que en la época alejandrina recogió los escuetos estudios hechos en torno
a la lengua griega y les dio un carácter
lingüístico. Si bien, se puede decir que pertenecen todavía a una etapa
germinal del conocimiento en torno a la lengua, pero algunos de sus aspectos
siguen siendo válidos y aplicables hoy
en día. La obra no constituye una
gramática propiamente dicha, es decir no es un estudio relacionado con las normas
morfosintácticas que rigen el uso de la lengua griega; tal como la define el
mismo autor es «el conocimiento de las cosas comúnmente dichas por los poetas y
los escritores». De ahí se desprende también su valor filológico. La obra
expone de forma breve la comparación, el orden y la clasificación de las formas
lingüísticas propias de los textos
clásicos, así como las diferentes partes de la oración y las peculiaridades fonéticas, morfológicas
y semánticas que poseen. También dedica
un espacio a la lectura y la recitación de poemas, donde sí se pueden
apreciar ciertas normas que los lectores
deben tomar en cuenta para la lectura adecuada de los textos clásicos,
atendiendo al género al cual pertenece y
al tono que hay que adoptar de acuerdo a ciertos criterios.
En resumen, Ars Grarnrnatica consta de 20 secciones que tratan de forma breve y
sistemática cuatro temas fundamentales: la exposición de los fines prácticos
que motivaron los estudios gramaticales alejandrinos-esto es, la lectura
correcta en voz alta y la crítica textual del griego homérico y ático clásico-,
la clasificación fonética de la lengua griega, la clasificación de las sílabas
según criterios métricos de cantidad y, por último, conformando la parte más
extensa del corpus, la distinción y subdivisión de las ocho clases de palabras
en las que, de acuerdo con criterios semánticos y morfológicos, se dividió la
oración[1].
Uno de los principales aportes de la obra
ha sido precisamente la división y la clasificación de los ochos tipos de
palabras: nombre, verbo, participio, artículo, pronombre, preposición, adverbio
y conjunción. De estas, siete
forman parte de las nueve categorías de
la gramática tradicional española, que son a su vez las nueves partes de la
oración. El adjetivo en la obra de Dionisio se reconoce como un tipo de nombre,
de forma similar la interjección es identificada con un tipo de adverbio.
En cuanto a la oración, Dionisio expone la definición tradicional que nos dice que «es una composición de palabra en prosa que indica sentido
completo». Conscientes de la inconveniencia de esta definición, los escoliastas
de Dionisio Tracio en Sch. 355, 16-32, anotaron: "De nuevo hay que
censurar al técnico, según que llamó a la oración 'composición de palabra en
prosa', pues si lo aceptamos, rechazamos y nos desentendemos de las oraciones
en verso, y no llamaríamos a la palabra que está en las composiciones en verso'
la parte más breve de la oración'. Por lo tanto, para que la definición sea
sana y se amplíe tanto a la oración en prosa como a la oración en verso,
conviene hacerlo así: 'oración es la composición de palabras que completa un
sentido coherente". Ahora bien, el
verso se entiende como una composición diferente a la oración, por lo que la
definición expuesta por Dionisio no es del todo incorrecta, el problema está en el significado que le da
a la palabra como « la parte más pequeña de la oración» limitándola al
contexto de esta última.
Respecto al verbo cabe señalar la
descripción que hacer de las diferentes conjugaciones del mismo. El gramático
griego expone una lista clasificada de las distintas conjugaciones tomando en
cuenta como criterio los tipos de verbos del idioma griego. Asimismo hace una
lista detallada de los diferentes tipos de adverbios y sus ejemplos. Esta
clasificación se ha simplificado considerablemente en la gramática del idioma
español, destacándose solamente los de modo, afirmación, negación, duda, de
cantidad, de tiempo y de lugar. Respecto al adverbio, Dionisio solo señala su función como modificador
exclusivo del verbo.
Respecto
a los conceptos expuestos en la obra, Lola Abascal (1996) señala:
Ninguna de estas unidades se presenta con una definición precisa, equiparable a las elaboradas por la lingüística actual, y se advierte, además, la mezcla de criterios que se conjugan en el análisis. Así, por ejemplo, de las letras se empieza diciendo que son veinticuatro y que se llaman así «por formarse mediante trazos y raspaduras»; pero estas unidades de la escritura se clasifican atendiendo a cómo suenan, es decir, con criterios propios de la oralidad («se llaman vocales porque realizan el sonido por sí mismas») y se termina dando cuenta de algunos de sus comportamientos en relación con la morfología de las palabras (Las letras 1, m, n, r son invariables «porque no cambian ni en los futuros de los verbos ni en las flexiones de los nombres»; «Las letras finales de los nombres masculinos en nominativo singular son cinco
Evidentemente lo planteado por Abascal
tiene su validez, pero cabe señalar que esas definiciones igual son un aporte
significativo, considerando que en aquellos tiempos no se contaba con los
avances que hoy en día tenemos en materia de estudios lingüísticos. El hecho de
que algunas de estas definiciones, como la de la oración, se conservaron por
mucho tiempo en la gramática tradicional da muestras del valor que ha tenido el aporte realizado
por el gramático griego, aunque algunos estudiosos pongan en discusión la autenticidad de su autoría.
Lola Abascal también nos dice en su
reseña: « La parte que se dedica a
las clases de palabras o partes de la oración es, por el contrario, la que ha
resultado más universal y «exportable» para la explicación del funcionamiento
de otras lenguas y es también la que ocupa más espacio en esta gramática». En definitiva, lo que habíamos señalado
anteriormente, este aspecto
constituye el aporte más significativo
de la obra de Dionisio de Tracia en la historia de la gramática. Es pues uno de los aspectos que ha sufrido
menos modificaciones con los avances en los estudios gramaticales.
En conclusión, Ars Grammatica, a pesar de constituir un texto breve, posee un
contenido importante, esencial para las dilucidaciones de tipo lingüístico, en
especial para los estudios gramaticales.
Siendo el modelo y fundamento de las gramáticas posteriores, la obra se ha ido
filtrando en todas las lenguas que entraron en contacto de modo alguno con el
griego, llegando a nuestra lengua, el
español que tantos términos le debe al idioma de los helenos. No constituye un tratado de las normas
gramaticales del idioma griego; apenas se plantean unas cuantas reglas que el
lector debe tomar en cuenta para la lectura de los textos clásicos, considerando el género al que pertenecen y el
tono que debe adoptarse. La obra más bien parece un estudio taxonómico de los
diferentes componentes gramaticales de la lengua griega. Hay que considerar que
para los griegos, el término gramática abarcaba todos los aspectos del discurso:
ortografía, sintaxis, interpretación de los textos e incluso la crítica
literaria; por lo que no había una distinción clara entre gramática y otras
disciplinas como la filología y la retórica. De ahí que la definición dada por
Dionisio de Tracia no se ajuste a la que poseemos actualmente.
Cabe resaltar que el texto es
relativamente breve para abarcar los
todos los aspectos gramaticales de un idioma que tiene apariencia de ser
complejo como lo es el griego. Pero en esa brevedad y claridad está la calidad
del mismo, sintetizando cada uno de los aspectos fundamentales sin dejar
desperdicio. Mucho de estos aspectos se han simplificado o amplificado a lo
largo de los años con el desarrollo de los estudios lingüísticos. Como
señalamos anteriormente, el texto posee un contenido importante, esencial para
las dilucidaciones de tipo lingüístico, en especial para los estudios gramaticales. Su valor no
solamente corresponde al ámbito de la gramática tradicional, sino también de la
filología y la lingüística en general.
BIBLIOGRAFÍA
Abascal,
L. (1996). Reseña: Dionisio Tracio,
Techné Grammatiké. Ars Grammatica. Gramática. Edición trilingüe de Vicente
Bécares Botas, Verbum, Zamora, 1993. Universidad de Alicante, 447-450
FORMA
Y FUNCIÓN 16 (2003), páginas 222-264. © Departamento de Lingüística,
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, D.C.
(Sch.) (190 1). Commentaria in
Dionysii Thracis artem Grammaticam. Leipzig, ed. A. Hilgard.
Teubner, 3 volúmenes. Comentarios atribuidos a Melámpodo o Diomedes, desde la
pág. iO hasta la 67; Comentarios atribuidos a Heliodoro, págs. 67-106; escolios
del vaticano, fragmentos tomados de Jorge Cerobosco, de otro Jorge desconocido,
de Porfirio, de Melámpodo, de Estéfano y de Diornedes, págs. 106-292; escolios
martianos, frag- mentos tomados de Heliodoro, de Trifón, de Diomedes, de
Estéfano, de Jorge Cerobosco y de Jorge de Corinto, págs 292-442; escolio de
Londres, fragmentos tomados de Heliodoro, págs 442-565.
Muñoz,
Y. (2011). Nociones Lingüísticas
Elementales. Mao: Ediciones Vía
[1] ARS GRAMMATICA de Dionisia
Tracia, Traducido y anotado por JORGE ENRIQUE BELTRÁN JUAN FELIPE GONZÁLEZ JUAN
SEBASTIÁN PÁRAMO WILLIAM ALCIDES RODRÍGUEZ OSCAR ORLANDO VARGAS Glaux
Philologica*Departamento de Lingüística UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
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