Hablar de la poesía dominicana del siglo XX implica referir los diferentes movimientos literarios y agrupaciones poéticas que surgieron luego del modernismo dominicano, en una de las épocas más turbulentas de nuestra historia, marcada por la invervención estadounidense y la dictadura trujillista. Estos movimientos y agrupaciones significaron una renovación de la poesía nacional, la cual se hizo cada vez más auctóctona.
Vedrinismo y Postumismo
En el contexto mundial de las entreguerras, mientras República Dominicana se hallaba en manos de los estadounidenses, tras el caos político y social producido por la caída de Ulises Heureaux, la literatura dominicana empezaba a experimientar un proceso de renovación que se manifestó especialmente en la poesía. Es la época de las grandes transformaciones que sobrevino después de la Primera Guerra Mundial; la Vanguardia en Europa ejercía una fuerte influencia en todos los ámbitos artísticos y se expandía hacia los territorios latinoamericanos con su revolución artística y su afán de innovación estética.
En República Dominicana su presencia se sintió por medio de aquellos intelectuales que habían estado en contacto con estos movimientos vanguardistas y que luego crearon nuevos movimientos que se propusieron llevar esa revolución artística a las letras dominicanas. Entre estos movimientos que definieron la poesía dominicana del siglo XX, están el vedrinismo, con su máximo representante Otilio Vigil Díaz, y el postumismo, que tuvo como figura destacada a Domingo Moreno Jimenes.
Domingo Moreno Jimenes |
Otilio Vigil Díaz |
Aunque está a discusión el hecho de llamar a estos como movimientos de vanguardia, el vedrinismo y el postumismo en su estética tuvieron características afines al vanguardismo. Ambos reaccionaron en contra de la tradición literaria anterior que era el modernismo dominicano, preconizaron un tipo de poesía libre, implantando el versolibrismo, siendo Otilio Vigil Díaz el primero en introducirlo con su poema "Arabesco" en 1917. Luego con el postumismo, el verso libre se impuso como sello característico de la poesía dominicana del momento.
Pero el versolibrismo es solo un punto en común entre el vedrinismo y el postumismo; en esencia la estética de estos movimientos difiere en muchos aspectos. El postumismo trabaja temas nacionales y se nutre de los paisajes y elementos dominicanos, así como de vocablos propios del habla popular; mientras que el vedrinismo tiende a la mezcla de elementos tanto clásicos como dominicanos, dejando a un lado la problemática social, con una marcada influencia simbolista en la expresión.
Las diferencias en la estética se observan claramente al contrastar los postulados del vedrinismo con el manifiesto postumista. Como se señaló anteriormente, las estéticas de ambos movimientos proponen el cultivo de una poesía libre, pero el postumismo rechaza todo tipo de influencia y tradición en su afán de crear una poesía netamente dominicana:
Los mármoles de Paros y Corinto no se han hecho para nuestros calderos. No tendremos en nuestros calderos surrapa de Verlaine, ni Mallarme, de Tristán ni de Laforgue. Homero y Virgilio, Goethe y Shakespeare no serán divinidades que respetaremos, soles apagados que no nos iluminarán (Manifiesto postumista, acápite No. 2)En cambio, el Vedrinismo asimila al menos la influencia de los simbolistas y vanguardistas:
Yo he tendido, por supervisión instintiva, a realizar la ambición de que habla el divino poeta Baudelaire a Arsenio Haussaye: a la ambición de soñar con una prosa poética, musical, sin ritmo ni rima, bastante flexible...Y afirma:
Por lo que toca a la estética del futuro, esta será amétrica, astringente y wagneriana, por no decir que será divina armonía del desorden. (Preliminar de Galeras de Pafos).
Como se observa, los postumistas arremeten fuertemente en oposición a todo tipo de influencia artística exterior, desdeñando los aportes de los clásicos y de la tradición anterior, en cambio el vedrinismo representado por Vigil Díaz reconoce al menos la influencia de la estética vanguardista.
En relación al manifiesto postumista, Baeza Flores (1976) menciona que "encontramos a lo largo de los veinte puntos que señala Avelino que hay una serie de elementos mezclados, que suelen contradecirse, que chocan entre sí, que se agolpan...". Esto evidencia que el manifiesto más que proponer una nueva estética asumía una actitud de negación y contradicción.
En definitiva, ambos movimientos significaron una renovación significativa en la poesía dominicana y su existencia marca un antes y un después en la historia de la literatura nacional. Su aporte no se limita a la incorporación del verso libre, sino que incluye además el abrir paso a toda una generación de poetas que se propusieron renovar la poesía dominicana y conducirla por caminos no transitados hasta el momento.
Referencia bibliográfica:
Baeza Flores, A. (1976) La poesía dominicana en el siglo XX. Santiago de los Caballeros: UCMM
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