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ANOCHE SOÑÉ QUE ME MORÍA



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Hablaremos en esta ocasión de uno de los cuentos psicológicos que más me ha impactado hasta la fecha, refiero al texto titulado El sueño, no sin antes dar un toque cordial al umbral de este análisis mediante la introducción del hombre del lápiz detrás de las lineas de la obra analizada. O. Henry lleva por nombre el sastre que tejió tan finas oraciones. Habiendo nacido el 11 de septiembre del 1862, su correspondencia con los horrores ocurridos 139 años después de la fecha de su nacimiento son inversamente proporcionales a la magnificencia de su prosa. Nació en Carolina del norte, Estados Unidos. Hijo de un médico, perdió a su madre siendo un niño. Sus producciones se caracterizan por constar de finales inesperados y dar giros repentinos a la trama del relato, rompiendo la columna vertebral del lector en una violenta agitación de los sentidos.

O. Henry
Fuente: Wikipedia
El sueño es una de las cuestiones más enigmáticas que se han planteado los psicoanalistas sobre la psiquis humana. Ha sido objeto de estudio de varios investigadores sin llegar ninguno a eclosionar en conclusiones concretas y legibles sobre su estructura u origen. Son varias las concepciones que se suelen atribuir a este fenómeno, pero una de las más aceptadas y famosas dentro de la comunidad científica es la del psicoanalista Sigmund Freud, quien siendo a su vez el padre del psicoanálisis fue, además, el primero en sistematizar las faces del sueño. Freud consideró el sueño como un fenómeno mediante el cual lograba ponerse de manifiesto el subconsciente, y este según él toma posesión de la mente humana cuando la misma se encuentra en estado de somnolencia, durante el sexo o bajo el efecto de psicoactivos. El autor, pues, intenta mostrar mediante este cuento las diferentes etapas del sueño, de manera tal que consiga contrastar ese complejo mecanismo con una obra literaria bien lograda.

El autor nos cuenta en esta obra sus memorias sobre un sueño que tuviera mientras dormía, cuyo personaje principal es un presidiario llamado Murray al cual sus acciones le habían condenado a muerte. La razón por la que se encontraba en dicha situación fue el asesinato de su esposa. El acusado, es dirigido a la sala de ejecución, pero justo cuando empieza a contrastar el ambiente de la habitación el sueño es interrumpido por la muerte repentina del autor y el editor del libro entonces procede a darle fin al cuento. La ejecución prosigue, Murray es conducido a la silla eléctrica y es atado de pies y manos, despertando luego justo antes de ser ejecutado. Besa a su mujer en la frente y luego vuelve a quedarse dormido logrando restablecer el sueño, siento electrocutado posteriormente. En ese momento Murray vuelve a despertar.

En el transcurso de la historia hay varios cortes impregnados de cierta chispa distintiva que activan la creatividad del lector, pero uno en especifico me cautivó, ya que refiere metafóricamente a la privación de libertad que padece el condenado: “En una hoja de papel blanco una hormiga corría de un lado a otro y Murray le bloqueaba el camino con un sobre”. Este suceso podría interpretarse como una alusión a la miseria padecida por el personaje, reflejada en una hormiga acorralada, refiriendo a lo minimista que resulta un condenado a muerte frente al yugo de su destino. También, una situación perturbadora tiene lugar en la llamada calle del Limbo: “El guardia habitual de la Calle del Limbo, un hombre inmenso, rudo y bondadoso, sacó del bolsillo un porrón de whisky, y se lo ofreció a Murray diciendo: -Es costumbre, usted sabe. Todos lo toman para darse ánimo. No hay peligro de que se envicien”. Dicha escena intensifica el sentimiento de desesperanza en Murray, debido a lo frívolo de aquella cortesía que tuvo el guardia que custodiaba el pasillo, la cual constaba en ofrecerle al condenado un trago de Whisky, pero lo realmente impactante en todo esto fue la naturalidad con que se lo ofrece, como que es práctica habitual que los hombres que van a ser ejecutados tomen su último trago sin temor a vomitar luego, porque en pocos minutos todo habría de acabar.

La estructura del texto es altamente compleja y exige un nivel de comprensión textual relativamente elevado para su interpretación. La historia es básicamente un sueño que tiene el autor sobre alguien que soñaba estar condenado a muerte por el asesinato de su esposa (un sueño de un sueño), y en su función de escritor-narrador le llega la muerte interrumpiendo así el desenlace de la historia justo antes de la ejecución de Murray: “Murray se maravillaba de su propia serenidad y casi indiferencia. En el cuarto de las ejecuciones había unos veinte hombres, entre empleados de la cárcel, periodistas y curiosos que… Aquí, en medio de una frase, “El sueño” quedó interrumpido por la muerte del autor O. Henry. Se conoce, sin embargo, el final:”. Sin embargo, se da otra situación al final que pone a prueba el linaje del lector de tosca manera: “ Se despierta: a su lado están su mujer y su hijo. Comprende que el asesinato, el proceso, la sentencia de muerte, la silla eléctrica, son parte de un sueño. Aún trémulo, besa en la frente a su mujer. En ese momento, lo electrocutan. La ejecución interrumpe el sueño de Murray”. Esta escena comprende un giro total a toda la trama del cuento y, además, insta al lector a sacar conclusiones muy propias de sí mismo. Si analizamos el final de este cuento partiendo de la cita planteada anteriormente, notaremos que justo antes de ser ejecutado Murray despierta, besa a su esposa en la frente y vuelve a dormir reanudando su sueño justamente donde quedó: en la escena de la ejecución. Luego lo ejecutan, despertando nuevamente posterior a esto.

El lenguaje utilizado por O. Henry en el texto presenta características de una técnica coloquial. El uso de palabras como: novia, corazón, esposa, hormiga, calle, pabellón, hombres, semana… son vestigios de que la intención comunicativa de este relato es de carácter bastante general, ya que no excluye a ningún lector en materia cognitiva, es decir, se corresponde con el típico lenguaje utilizado en una conversación cualquiera.

Respecto al ambiente que prima en la obra, deducimos (por la posición de presidiario del personaje principal) que es cerrado: “Murray aguardaba en su celda de condenado a muerte. Un foco eléctrico en el cielo raso del comedor iluminaba su mesa”.

Existen correspondencias entre los objetos y las acciones que dan forma al texto. En ese respecto, decimos que hay una relación entre la silla eléctrica y la ejecución de Murray, ya que dicha silla es la responsable de cumplir con la función de herramienta para la electrocutación del condenado: “Lo conducen a la silla eléctrica, lo atan. De pronto, la cámara, los espectadores, los preparativos de la ejecución, le parecen irreales”. Así mismo, el asesinato de su esposa es la acción que da paso a las aventuras de Murray en la historia, debido a que es la razón por la que se encuentra en prisión a horas de ser ejecutado: “Murray, acusado y convicto del asesinato de su esposa, enfrentaba su destino con inexplicable serenidad”.

En el cuento se encuentran presentes acciones que fungen como nexos que conectan momentos relevantes de la historia. La primera acción de este tipo del cuento es el asesinato: “Murray, acusado y convicto del asesinato de su esposa [...]”. El segundo nexo es el instante en que los guardias y el reverendo se disponen a buscar a Murray para su ejecución: “ Tres hombres avanzaron hasta la celda de Murray y la abrieron. Dos eran guardias; el otro era Frank -no, eso era antes- ahora se llamaba el reverendo Francisco Winston, amigo y vecino de sus años de miseria”. Y la tercera ocurrencia de contundencia es cuando se despierta para luego volver a dormir y concluir la historia: “ Se despierta: a su lado están su mujer y su hijo. Comprende que el asesinato, el proceso, la sentencia de muerte, la silla eléctrica, son parte de un sueño”. Estas escenas juntas resultan ser integradoras para la conformación del texto como un todo significativo.

En lo que tiene que ver con los indicios sobre la conducta de los personajes del relato , decimos que Murray es un individuo consecuente, que afronta su destino con cierto grado de resignación: “Murray se maravillaba de su propia serenidad y casi indiferencia. En el cuarto de las ejecuciones había unos veinte hombres, entre empleados de la cárcel, periodistas y curiosos que...”. Aunque, también deja ver su lado escéptico y reacciona con ciertas dudas respecto a las razones de su condena, reflejando inconformidad ante los presentes en la sala de ejecución: “De pronto, la cámara, los espectadores, los preparativos de la ejecución, le parecen irreales. Piensa que es víctima de un error espantoso. ¿Por qué lo han sujetado a esa silla? ¿Qué ha hecho? ¿Qué crimen ha cometido?”. En cuanto a Carpani, muestra rasgos de ser un hombre valiente y aguerrido, porque afronta con valentía el hecho de que en una semana iba a ser ejecutado: “Hombres como nosotros tenemos que saber morir como hombres. La semana que viene es mi turno”. Frank, quien en un tiempo había sido amigo de Murray, da la impresión de ser un hombre arrepentido de su pasado, que logró una especie de redención en su transición a reverendo: “Dos eran guardias; el otro era Frank -no, eso era antes- ahora se llamaba el reverendo Francisco Winston, amigo y vecino de sus años de miseria”. También, el guardia de la calle del Limbo tiene aspecto de hombre complaciente y en cierta ocasión denota un alto grado de consciencia y tolerancia ante el sufrimiento ajeno, esto por la forma en que intentó aplacar la angustia del condenado ofreciéndole un trago de su Whisky: “ El guardia habitual de la Calle del Limbo, un hombre inmenso, rudo y bondadoso, sacó del bolsillo un porrón de whisky, y se lo ofreció a Murray diciendo: -Es costumbre, usted sabe. Todos lo toman para darse ánimo. No hay peligro de que se envicien”. Y por último Marvin, quien denota ser una persona con un relativo nivel de compañerismo y respeto, y esto lo notamos al momento en que junto con Carpani y Bassett, fue uno de los tres en darle el último adiós a Murray cuando este era conducido por la calle del Limbo hacia la sala de ejecución: “Por eso sólo tres saludaron abiertamente a Murray cuando se alejó por el corredor, entre los guardias: Carpani y Marvin [...]”.

Las omisiones son pequeñas acciones que no figuran en el texto por la poca relevancia que puedan tener en el contar de la historia. Es así, como decimos que la primera omisión que se presenta es en lo que concierne al asesinato, ya que no se explica razón alguna por la cual Murray haya cometido tal atrocidad: “Murray, acusado y convicto del asesinato de su esposa [...]”. Además, encontramos omisión en la evevasión la razón de que en ninguna oración del texto se especifica qué exactamente fue lo que causó que Marvin intentara evadir a aquel guardia al que luego mató: “[…] Carpani y Marvin, que al intentar una evasión habían matado a un guardia […]”. También se omite en el robo, por la razón de que no se esclarece el objeto que había robado Bassett momentos antes de matar al inspector del tren: “[…] y Bassett, el ladrón que tuvo que matar porque un inspector, en un tren, no quiso levantar las manos […]”.

En lo que respecta al nivel de la narración, decimos que el narrador es heterodiegético omnisciente (tercera persona omnisciente), debido a que cuenta los hechos desde la periferia y conoce los pensamientos y sentimientos de los personajes del cuento: “En el pabellón había siete condenados a muerte. Desde que estaba ahí, tres habían sido conducidos: uno, enloquecido y peleando como un lobo en una trampa; otro, no menos loco, ofrendando al cielo una hipócrita devoción; el tercero, un cobarde, se desmayó y tuvieron que amarrarlo a una tabla. Se preguntó cómo responderían por él su corazón, sus piernas y su cara; porque ésta era su noche. Pensó que ya casi serían las nueve”.

Las figuras literarias como recurso embellecedor de las cuales se valió el autor para dar carácter estético a esta producción son varias, entre ellas está la símil: “Desde que estaba ahí, tres habían sido conducidos: uno, enloquecido y peleando como un lobo en una trampa […]”. Hipérbole: “La gran voz retumbante, de indestructible calidad musical, llamó: […]”. Pleonasmo: “-Así me gusta, señor Murray. Hombres como nosotros tenemos que saber morir como hombres. La semana que viene es mi turno. Así me gusta”. Oxímorron: “La estoica broma de Carpani, seguida por una carcajada ensordecedora […]”, “Los encarcelados oyeron el ruido seco de los cerrojos al abrirse la puerta en el extremo del corredor”. Enumeración: “El guardia habitual de la Calle del Limbo, un hombre inmenso, rudo y bondadoso, sacó del bolsillo un porrón de whisky, y se lo ofreció a Murray diciendo: […]”, “De pronto, la cámara, los espectadores, los preparativos de la ejecución, le parecen irreales”, “Comprende que el asesinato, el proceso, la sentencia de muerte, la silla eléctrica, son parte de un sueño”. Epífora: “Todos los condenados sabían que eran casi las nueve, y que Murray iría a su silla a las nueve”. Y paranomasia: “La Calle del Limbo es un mundo fuera del mundo y si le falta alguno de los sentidos, lo reemplaza con otro”.

El tiempo en que ocurren los hechos de este relato se dispone a ser resumido. La duración total de la historia podría contabilizarse en 30 minutos, y vestigio de esto es la escena en donde los demás presos del pabellón intuyeron que eran casi las nueve, y que a las nueve sería la ejecución, en una especie de absurdo ¿intencional?, (los presidiarios no tienen noción del tiempo) pero en su haber de literato el autor posiblemente quiso dejar bien entendida la cronología exacta del cuento, aunque esto significase violar con toda lógica: “Todos los condenados sabían que eran casi las nueve, y que Murray iría a su silla a las nueve”. Otro momento en el que podemos sustentar esta propuesta es cuando Murray se encuentra en el comedor, debido a que piensa que será ejecutado a las nueve y los sucesos ocurridos desde ese entonces hasta la ejecución dan idea de que efectivamente no pudo haber pasado más de media hora, ya que dichas escenas brindan legitimidad al hecho de estar dentro del rango de verdad si nos proponemos considerar si fuera posible o no que dichas escenas ocurran en dicho lapso: “Murray aguardaba en su celda de condenado a muerte. Un foco eléctrico en el cielo raso del comedor iluminaba su mesa. En una hoja de papel blanco una hormiga corría de un lado a otro y Murray le bloqueaba el camino con un sobre. La electrocutación tendría lugar a las nueve de la noche”.

Y finalmente, en cuanto al orden cronológico del texto, notamos que en el umbral de este se hace alusión a que el autor utilizó la técnica de prolepsis, jugando con la temporalidad del relato mediante el contar. La escena que ejemplifica perfectamente el uso de esta técnica narrativa corresponde a la del comedor, donde el narrador se adelanta a los hechos y nos revela que Murray será ejecutado: “En una hoja de papel blanco una hormiga corría de un lado a otro y Murray le bloqueaba el camino con un sobre. La electrocutación tendría lugar a las nueve de la noche”.

Billy R. Gomez






















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