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SOBRE LA GUERRA CIVIL Y SU INCIDENCIA EN EL CATOLICISMO Y LA CULTURA ESPAÑOLA

Extremaunción



Ramón Cortés Casanovas
Los campos españoles de la época de la revolución se distinguen por sus paisajes desérticos y polvorientos, que parecen haber salido de la novela El padrino, de Mário Puzo, como el propio de aquella escena en que Michael viaja a Corleone, pueblo natal de su padre Vito Corleone, para escapar de las familias de la mafia y las autoridades estadounidenses luego de asesinar al Don Sollozo y al capitán McCluskey, oficial del departamento de policía de Nueva York, en un restaurante del barrio italiano de dicha ciudad. La guerra sumada a una pobreza extrema, añadía a

esas regiones limítrofes un parentesco paupérrimo, dado el grado de deterioro de las casas de los campesinos que sobrevivían con lo que les daba la tierra, siendo su modo de sustento principal la agricultura y ganadería. Los llanos y montañas rocallosas son la imagen mental por excelencia para describir el medio geográfico que se presenta en la obra analizada, Réquiem para un campesino español, lo que podemos comparar con la península de Montecrísti en la República Dominicana, para tener un referente palpable de los rasgos topográficos de la región que describe Ramón J. Sénder en su cuento. El ganado, las plantaciones de trigo, los montes de cerezos y las mulas, son elementos de la zona rural que prevalecen entre las líneas del texto.


El umbral de los años treinta es el momento cronológico al que se remonta la obra, época que se caracterizó por ser de magnos cambios en el sistema político y religioso español. La guerra civil española tiene lugar en el contexto del cuento, elemento principal sobre el cual se desarrollan los hechos de los personajes. La desigualdad social es causa fundamental de dicho conflicto, por lo que se instauraron concejales, para hacer cumplir las leyes
Milicianos españoles
del nuevo gobierno comunista de Franco, en pueblos apartados como el que impera en el texto, siendo luego perseguidos y asesinados por una resistencia que perduró hasta bien adentrada la década siguiente por parte del ex-reinado español, y que son llamados “Los niños de las pistolas”. Un ejemplo de la violencia que prevalecía en aquellos tiempos es la siguiente cita, que revela como ni siquiera la iglesia escapaba a la omnipresencia de las armas en la vida cotidiana: "Una vez, al cambiar el misal y hacer la genuflexión, resbaló el arma, y cayó en la tarima con un ruido enorme. Un momento quedó allí, y los dos monaguillos se abalanzaron sobre ella. Paco empujó al otro, y tomó su revólver. Se remangó la sotana, se lo guardó en la cintura, y respondió al sacerdote: -Et cum spiritu tuo".

Los elementos que se presentan como parte central de la estructura del texto, son de carácter ambivalente, debido a que existen tanto en la realidad de la obra misma como en la época en la que se ubica. En ese respecto, Ramón J. Sénder bien pudo haberse valido de estos elementos para dilucidar lo que significó vivir en tiempos de la guerra civil española, en un momento histórico de desigualdad social, decadencia imperial, violencia y atenuación del catolicismo en España.


La verosimilitud de los contenidos presentes en la obra es vicio de la correspondencia que se da entre el fondo de la misma y la realidad del momento en que se ubica, como dijimos en lineas anteriores, lo que podemos utilizar como base para afirmar que el texto es de corte real. Aunque, existen otros vestigios que lo catalogan como histórico, ya que cuenta la historia de la caída del clero y la proclamación de la segunda república en España, como acontecimientos relevantes en la vida de sus personajes y el desenlace de la historia.

Las idas presentes en una obra literaria cuentan el sentir y la manera de pensar de su autor, y por ende son prescindibles si lo que se intenta es analizar un texto partiendo de la postura ideológica de su creador. En el cuento encontramos ideas que refieren al orden material o lenguaje utilizado, el cual se presenta de manera diversa en esta obra. Por una parte, encontramos palabras exóticas y pocos conocidas para el lector latinoamericano, que utiliza Ramón J. Sénder para embellecer su historia, entre ellas mencionamos: centurión, tapias, pértigas, cirios, faenas, trilla, esparto, peladillas, algareras, sorna, zagal, perdiz, devota, enaguas, cubrecorsé, aguzaba, cambalaches, subterfugio, cavilando, romboidal, fuelle, desnarigadas, cónica, cenefa, estertores, óleos, carasol, imberbe, crotoraban, cabal, malquerencias, apalmazar, nodo, solimán, cotovías, aliaga, badulaque, cimbal, rondalla, letanía, petaca, vítores, taciturno, barruntos, locuaz, sayas, encalada, afable y zarzas, que representan todo un derroche de sofisticación estilística y un sentir nacionalista de la lengua. Aunque, también son legibles expresiones y palabras que aluden a un decir crudo, debido a que las mismas constituyen insultos propios del habla coloquial de España, tal y como aparece en las citas que rezan: "El zapatero, con más deseos de hacer reír a la gente que de insultar a la Jerónima, fue diciéndole una verdadera letanía de desvergüenzas: -Cállate, penca del diablo, pata de afilador, albarda, zurupeta, tía chamusca, estropajo". "Ella decía de sí misma que volaba en una escoba, pero no permitía que se lo dijeran los demás. Iba a responder cuando el zapatero continuó: -Te lo digo a ti, zurrapa, trotona, chirigaita, mochilera, trasgo, pendón, zancajo, pinchatripas, ojisucia, mocarra, fuina...". No obstante, el cuento se desarrolla en un ambiente católico, donde las personas del pueblo incluyendo al cura Mosén Millán, evocan palabras que tienen relación con los ritos religiosos, y el narrador se vale de tecnicismos propios del catolicismo para describir objetos y procedimientos en las escenas de la iglesia que involucran al sacerdote y al monaguillo, y en ocasiones a Paco en tiempos de su servicio en el templo. Dichas palabras son casulla, réquiem, presbiterio, extremaunción, santolio, vinajera, misal, corpus, grimorio, escapulario, crisma, Saulo (aquel que ha sido pedido por Dios), roquete, genuflexión, prelado, mitra, capa pluvial, báculo, sacristía, altar, crucifijo, cruz, iglesia, Judas, comunión, acólito, hostia, comulgante, estola, unciones, monaguillo, pascua, confesaba, comulgaba, breviario, abadía, púlpito, penitentes, sacrilegio, procesión, beatas, parroquia, misa, santo, santolio, capilla, ermita, Cristo, procesiones, sacristán, camposanto, baptisterio, sagrario, confesionario, padre, cura sacerdote y sufragio, las cuales se corresponden con el habla religioso.

La literatura es la fuente de transmisión de sentimientos por excelencia, y estos tocan la sensibilidad del lector, y a la vez ponen de manifiesto el sentir del escritor, lo que constituye un punto de partida fundamental para acercarnos al meollo de cualquier texto que nos propongamos analizar. En lo que tiene que ver con los contenidos de orden sentimental, decimos que son varios los presentes en el cuento, y uno de ellos es el que presentamos a continuación, que se remonta a la escena en que el cura recuerda a Paco en su niñez y se da cuenta de lo mucho que lo estimaba: "Mosén Millán cerró los ojos, y esperó. Recordaba algunos detalles nuevos de la infancia de Paco. Quería al muchacho, y el niño le quería a él, también. Los chicos y los animales quieren a quien los quiere". También, el autor transmite mediante un músico que toca la flauta
Janine Sengel Reinert
tristemente debajo del monumento de la plaza, la desolación que padecía Paco luego de haber acompañado al padre Mosén Millán a llevar la extremaunción a un enfermo terminal en la zona marginada del pueblo: "Debajo del monumento, en un lugar invisible, dos hombres tocaban en flautas de caña una melodía muy triste. La melodía era corta y se repetía hasta el infinito durante todo el día. Paco tenía sensaciones contradictorias muy fuertes". Aunque, a pesar del aura oscura y tantos momentos amargos que visten de negro la vida de los personajes del texto, no dejan de aflorar pequeños
Pieter Bruegel, Danza campesina
momentos de felicidad, como aquella ocasión en la que Paco saca un numero alto en el sorteo que se disponía a determinar cuáles serían los reclutados del pueblo para la guerra, cuyo mecanismo consistía en seleccionar a los jóvenes que sacaran números bajos para servir en batalla: "Por una razón u otra, el hecho fue que Paco sacó en el sorteo uno de los números más altos, y que la alegría desbordaba en el hogar, y tenían que disimularla en la calle para no herir con ella a los que habían sacado números bajos". Asimismo, hay sentimientos que dan a entender culpabilidad y arrepentimiento profundo, como es el caso de Mosén Millán, que habiendo delatado a Paco se sintió culpable de su asesinato y de las demás muertes del pueblo: "Pensando Mosén Millán en los campesinos muertos, en las pobres mujeres del carasol, sentía una especie de desdén involuntario, que al mismo tiempo le hacía avergonzarse y sentirse culpable".

Joseph Anton Koch
La moralidad es un aspecto tratado por sobremanera entre los autores de la buena literatura, dejando en el lector una moraleja o simplemente poniendo de manifiesto actos inmorales, a modo de que esto sirva como un referente de lo que no se debe hacer. Tal es el caso de Ramón J. Sénder, cuya prosa define la inmoralidad que se encuentra detrás de un acto de infidelidad, y en la escena siguiente lo hace reflejando la incertidumbre del padre de Paco respecto a si este es o no su hijo legitimo: "-¿Es tu hijo? -Hombre, no lo sé -dijo el padre acusando con una tranquila sorna lo obvio de la pregunta-. Al menos, de mi mujer sí que lo es". También, se encuentra presente la mujer mundana, que es objeto sexual de muchos hombres y que considera su soltería como una bendición en tiempos donde el catolicismo exigía mantener bajo matrimonio las relaciones sexuales entre los humanos: "-No me dejan salir de la cocina –decía- porque tienen miedo de que con mi aliento agrie, el vino. Pero me da igual. En la cocina está lo bueno. Yo también sé vivir. No me casé, pero por detrás de la iglesia tuve todos los hombres que se me antojaban. Soltera, soltera, pero con la llave en la gatera".

La represión que siempre ha existido por parte de gobiernos radicales y normas eclesiásticas estrictas, han sido motivo justificable para que literatos transmitan ideas que antagonicen con la realidad de su época, y para ello se afianzan en los contenidos de tipo tácito (oculto), como forma de proteger su integridad física y su libertad. En el caso del cuento analizado, observamos varias formas de oposición ocultas, y una de ellas se manifiesta en la manera en que el autor hace una crítica directa a la religión católica, queriendo significar que al igual que un enfermo que respira sus últimos hálitos, esta tampoco es capaz de moverse a sectores de la sociedad donde realmente es requerida: "Paco recordaba que el enfermo no decía nada. La mujer tampoco. Además el enfermo tenía los pies de madera como los de los crucifijos rotos y abandonados en el desván". En ese respecto, encontramos también otro momento en el que el autor intenta transmitir un mensaje de cese a las armas: "-¿Para qué quieres ese revólver, Paco? ¿A quién quieres matar? -A nadie. Añadió que lo llevaba para evitar que lo usaran otros chicos peores que él. Este subterfugio asombró al cura".

Dejar fuera de sus escritos su militancia y su postura ideológica, resultan ser una acción casi inexpugnable para un escritor, y es que constituye una utópica tarea tratar asuntos sociales y mantener una postura neutral frente a la realidad que se explica, y esto se intensifica bastante más si se hace a través de la literatura. La razón del asesinato de Paco hace
Revolución bolchevique (Lennin y Stalin)
alusión a una militancia comunista por parte de Ramón J. Sénder, ya que a través del protagonista transmite las persecuciones de las que son víctima los partidarios de las ideas políticas de Marx y Lennin, y en el caso de la cita a continuación, tenemos la típica manera de pensar de un comunista frente a las autoridades represoras que constituyen barreras para sus propósitos políticos: "Las palabras del joven fueron comentadas en el carasol. Decían que Paco había dicho al cura: «A los reyes, a los duques y a los curas los vamos a pasar a cuchillo, como a los cerdos por San Martín». En el carasol siempre se exageraba". Asimismo, el autor manifiesta la contraparte del comunismo como materia inútil y fuente de injusticias y crimines en la sociedad, que siendo guardianes del antiguo régimen de la segunda república, su tarea consistía en no hacer valer las leyes impuestas por el nuevo sistema político en España: "Los campesinos creían que aquellos hombres que hacían gestos innecesarios y juntaban los tacones y daban gritos estaban mal de la cabeza, pero viendo a Mosén Millán y a don Valeriano sentados en lugares de honor, no sabían qué pensar. Además de los asesinatos, lo único que aquellos hombres habían hecho en el pueblo era devolver los montes al duque".

La militancia comunista y el cristianismo son elementos que difieren en ideales, y como hemos dado pruebas de la inclinación política de Ramón J. Sénder hacia el Marxismo-leninismo, es de esperarse que este no es adepto a la religiosidad. Un ejemplo de esto es la escena de la extremaunción al moribundo de la cueva, donde el cura Mosén Millán se muestra indiferente a la pobreza que padecen esas personas y en vez de cumplir con las funciones de su cargo, que es ayudar al prójimo, da la impresión de que desea largarse lo más pronto posible de ese lugar: "La anciana callaba. Le temblaba a veces la barba, y en aquel temblor se percibía el hueso de la mandíbula debajo de la piel. Paco seguía mirando alrededor. No había luz, ni agua, ni fuego. Mosén Millán tenía prisa por salir, pero lo disimulaba porque aquella prisa le parecía poco cristiana". También, en el bautismo de Paco hay una total referencia a la tendencia de la iglesia hacia la amonestación como catalizador del buen servicio: "El padrino llevaba una bolsa de papel de la que sacaba puñados de peladillas y caramelos. Sabía que, de no hacerlo, los chicos recibirían al bautizo gritando a coro frases desairadas para el recién nacido, aludiendo a sus pañales y a si estaban secos o mojados".

La sociología comprende los parámetros sobre los cuales se rigen los estudios respecto a una época determinada para comprender su realidad social. La axiología resulta ser un elemento muy propio de la literatura, y más aun del movimiento literario al que
Atentado al rey Alfonso XIII el día de su boda
pertenece este cuento, el realismo social. En el texto analizado se encuentran presentes contenidos sociológicos de aspecto político, que buscan dilucidar la realidad política de la época a la que pertenece, y tal es la situación que se presenta en la escena de la zapatería, donde reina un ambiente de miedo e incertidumbre a causa de la angustia que genera en Mosén Millán la noticia que le da su amigo el zapatero, quien se refiere a que el rey languidece frente a las fuerzas golpistas y que de caer el reinado muchas cosas se irán con él, incluyendo el poder de la iglesia: "El zapatero encontró todavía antes de separarse del cura un momento para decirle algo de veras extravagante. Le dijo que sabía de buena tinta que en Madrid el rey se tambaleaba, y que si caía, muchas cosas iban a caer con él". Otra situación que alude a lo político se da en la parte que habla de los concejales, los cuales debían promulgar las nuevas políticas del régimen de Franco, las que incluían la disolución del sistema de arrendamiento de pasto para los duques o tenentes de grandes extensiones de tierra y ganado: "Los nuevos concejales eran jóvenes, y con excepción de algunos, según don Valeriano, gente baja. El padre de Paco vio de pronto que todos los que con él habían sido elegidos se consideraban contrarios al duque y echaban roncas contra el sistema de arrendamientos de pastos. Al saber esto Paco el del Molino, se sintió feliz, y creyó por vez primera que la política valía para algo. «Vamos a quitarle la hierba al duque», repetías".

El aspecto económico es inherente a un momento histórico determinado y las causas de su ser, es decir, la economía representa un factor fundamental en los vestigios que distinguen el vivir de una época determinada, y Ramón J. Sénder intenta mediante este texto dar a conocer al lector cómo estaba constituido el sistema de bienes y la situación
económica en plena revolución. En el cuento, la división de clases se sustenta en la situación económica de las personas, ya que un grupo social se mantiene al margen de otro grupo, a causa de la diferencia que existe entre un sector y otro por lo desproporcionados que resultan los bienes de uno en comparación a otro: "También esperaba Mosén Millán que fueran los amigos del difunto. Pero esto hacía dudar al cura. Casi toda la aldea había sido amiga de Paco, menos las dos familias más pudientes: don Valeriano y don Gumersindo. La tercera familia rica, la del señor Cástulo Pérez, no era ni amiga ni enemiga". No obstante, a pesar de las necesidades económicas de los campesinos, al autor da a conocer que en tiempos de la guerra civil, cuando el catolicismo todavía constituía uno de los estamentos de mayor control monetario y social de España, las personas pobres derrochaban sus pocos bienes en eventualidades relacionadas con la religión, y lo hacían de manera tal que se regocijaban al ser el clero motivo de sus gastos: "Los lujos de los campesinos son para los actos sacramentales".

La atmósfera predominante en un texto costumbrista como el analizado en esta ocasión, es un profundo apego a los rasgos culturales que definen la región en que se ubica la historia, valiéndose el autor de estas costumbres y normas sociales para dar forma a la sustancia folclórica de la obra. La cultura de los pueblos es un elemento legible de su identidad, ya que por medio de esta mantienen vivas tradiciones milenarias que dieron forma a la manera de pensar, hablar y sentir de la gente. Los valores culturales de
Joseph Bles, Luto Luz y Profunda
la región rural española son una parte neurálgica en el trasfondo de este cuento, y fe de eso dan los procedimientos póstumos que buscan dirigir el alma del difunto a una vida ultraterrena, y para ello se apelaba al luto: "Había varias personas enlutadas y graves. Las mujeres con mantilla o mantón negro. Los hombres con camisa almidonada". Otro valor cultural presente en la obra tiene lugar el la boda de Paco y Águeda, donde no se procedió a servir la cena hasta no estar presentes todos los invitados, tradición que sigue
Van Gogh, Los comedores de patatas
estando presente en muchos hogares latinoamericanos a modo de respeto hacia los demás integrantes de la familia: "Cuando llegaron los que faltaban, comenzó la comida. Una de las cabeceras la ocupó el feliz padre. La abuela dijo al indicar al cura el lado contrario: -Aquí el otro padre, Mosén Millán". Asimismo, las parteras eran mujeres que se dedicaban a realizar partos en zonas recónditas donde no había acceso a hospitales, pero su acción no se limitaba solo al alumbramiento, sino que también fungían como chamanes que mediante ritos y técnicas ocultistas
velaban por la salud y futuro de los niños: "Solía la Jerónima poner cuando se trataba de niños una tijerita abierta en cruz para protegerlos de herida de hierro -de saña de hierro, decía ella-, y si se trataba de niñas, una rosa que ella misma había desecado a la luz de la luna para darles hermosura y evitarles las menstruaciones difíciles".

Las diferentes culturas que existen tienen sus propias normas que rigen el quehacer de su gente, y negarse al acatamiento de estas supone una gran falta a los valores éticos y cívicos que organizan dichos pueblos. Las leyes del pueblo encuentran su constitucionalidad generalmente en las religiones, utilizando a los agentes divinos como entes castigadores frente a la violación de sus códigos. En la tradición cristiana, la Semana Santa es la celebración más sagrada que existe, y esta supone
Penitentes en Semana Santa
una oportunidad para entrar en penitencia y así lograr el perdón de Dios de algún pecado grave, mediante la imitación del calvario que padeció Jesús durante su crucifixión: "La madre propuso a su hijo que al llegar la Semana Santa fuera en la procesión del Viernes con un hábito de penitente, como hacían otros, arrastrando con los pies descalzos dos cadenas atadas a los tobillos". También, existen normas sociales de carácter estatal,
que se aplican a las personas que no cumplen con la ley impuesta no por la cultura religiosa, sino por el sistema judicial que regula las naciones: "Recordaba Mosén Millán que había habido un caso parecido en otro pueblo, y que el Gobierno condenó al municipio a estar sin guardia civil durante diez años". En la cita anterior se alude a que los municipios que no acataban la orden del gobierno de no desafiar a la guardia civil impuesta por este, se les privaría de esta dejándolos vulnerables a saqueadores y cuatreros.

Un buen estudio sociológico supone un tratamiento minucioso de las clases sociales y las diferencias que existen entre estas durante una época determinada. La literatura se encarga de confrontar las realidades de las diferentes clases sociales bajo un mismo foco, el arte. Las desigualdades económicas son un ingrediente central de la literatura militante o utilitaria, y el texto analizado recoge esos elementos
desiguales y los pone de manifiesto en una obra que explica la razón histórica del problema. En el cuento, una escena tan cotidiana como una boda se convierte en objeto mediante el cual se devela la desigualdad social y la burocracia: "Iban llegando nuevos invitados y parecían estar ya todos. Sin darse cuenta habían ido situándose por jerarquías sociales. Todos de pie, menos el sacerdote, se alineaban contra el muro, alrededor de la sala. La importancia de cada cual -según las propiedades que tenía- determinaba su proximidad o alejamiento de la cabecera del cuarto en donde había dos mecedoras y una vitrina con mantones de Manila y abanicos de nácar, de los que la familia estaba orgullosa".

Los personajes que llevan a cabo las acciones en el texto no están desligados de la realidad, y por eso es probable que estos provengan de la realidad de Ramón J. Sénder, debido a que existieron varios Pacos que luchaban, otros curas que rezaban, bastante más Jerónimas que injuriaban, muchos duques que explotaban y varios centuriones más que oprimían al pueblo español de los años treinta del siglo pasado.

En conclusión, Ramón J. Sénder nos deja con esta pieza literaria su más refinado nivel estilístico, porque escribe este cuento en sus últimos años como escritor, siendo esta la edad de madurez literaria entre los narradores. Logra enmarcar la historia y la costumbre española en una trama mediante la cual transmite inquietudes sociales y pone en cuestión problemas actuales de su época, constituidos en una obra artística que toca la parte más volátil de la guerra civil española.
Billy R. Gomez

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