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Correspondencia: una mirada analítica al poema Albatros de Charles Baudelaire

Los poetas malditos


Charles Baudelaire nace en París, el 9 de abril de 1821. Prisionero en el colegio Royal Lyon de Lóndres, no tardó en mostrar sus dotes liberales a temprana edad, escapando así de dicho instituto y forjando su personalidad bohemia que más adelante sería fuente que alimentó su obra poética. En 1840 ingresa a la facultad de derecho y comienza a frecuentar burdeles y barrios bajos,
Charles Baudelaire
mezclándose con gente del ambiente artístico de la época y adquiriendo hábitos como la drogadicción, que vendría a ser motivo de digresiones entre él y su familia. En ese ambiente conocería varias prostitutas que fueron inspiración para muchos de sus poemas, con las que llegó a intimar por sobremanera. Baudelaire pronto acaba aburriéndose de la academia y desistiendo de la carrera diplomática, y su familia decide enviarlo a Calcuta, en una travesía en bote sin precedentes que sería motivo de inspiración para su poema más célebre y que analizaremos en esta ocasión, Albatros.

La ubicación del tema en el espacio podemos catalogarla como la idónea para la producción de un poema de esta naturaleza, y esto es reflejado en lo fatalista y desalentado que se muestra Baudelaire tras las líneas del texto, respondiendo esto al momento histórico decadente en el que se encontraba la Francia de mediados del siglo XlX y la tenaz influencia que ejerció sobre su estilo el destierro de este poeta hacia un lugar desconocido, a bordo de un barco que lo puso en contacto directo con el mar por varios meses, lugar en el cual escribe su poema Albatros, cuyo significado es de ave trapense que habita las aguas salubres y que la circunstancia puso en el camino del autor.

La época a la que pertenece este texto tiene características que la definen como socialmente inestable. La segunda mitad del siglo XlX estuvo marcada por el yugo capitalista, la burguesía y la explotación laboral, que dieron al traste con un desenfreno insostenible de las masas a todos los niveles sociales y axiomáticos, repercutiendo esto en años posteriores en una guerra civil que daría nombre a lo que históricamente se conoce como La
Eugéne Delacroix, La libertad guiando al pueblo
revolución francesa, y que marcaría las bases fundamentales sobre las cuales se erguirían las leyes y el orden social que primaría en lo adelante en la Europa del momento y luego en todo el mundo. Baudelaire no fue la excepción a la tendencia, ya que al igual que sus contemporáneos artistas, su manera de sentir el corrompido medio que lo rodeaba afectó de manera significativa su obra literaria y su vida misma, padeciendo así lo que él mismo denominó El spleen, que pone de manifiesto la desesperanza del ser en una sociedad decadente, donde las ideas mueren y solo queda claudicar como modo de escape a esa realidad tan tajante que bien cercena la frágil piel del sublime cuerpo vulnerable que compone el sentir agudo de un poeta.

El tema que rodea todo el poema es de corte fatalista, debido a que el autor refleja la tenue trascendencia de la vida de un poeta, cuyo sacrificio por el arte es tal que el artista en el proceso del sentir para producir, se auto lesiona y sufre los males de una sociedad podrida como la Francia de Baudelaire y termina por medicarse grandes dosis del mal que describe como una manera irónica de contribuir a su auto destrucción, y a la vez desarrollar una percepción más pura de la realidad para la creación literaria auténtica y cruda a la que eran adeptos los simbolistas franceses: “El Poeta es igual a este señor del nublo,* Que habita la tormenta y ríe del ballestero. * Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío, * Sus alas de gigante le impiden caminar”.

Respecto al análisis de los contenidos nos referimos a los mismos como actuales con una pizca de realidad figurada, que apreciamos en el texto de manera connotativa. Baudelaire parte de una realidad actual que desde su óptica nos muestra a través de su obra, queriendo reflejar lo que significó para él vivir la experiencia
Taberna parisina del siglo XIX
del aparente destierro y la vida de poeta en ambientes bohemios del París que se traga a sí mismo y es anejo al libertinaje y al exceso del que bebería grandes sorbos durante sus años de poeta: “Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil! * Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco! * ¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa, * Aquél, mima cojeando al planeador inválido!”. En la cita anterior vemos como el autor compara al albatros con lo que vendría siendo un poeta del segundo lustro del siglo XlX, torpe y grotesco en su vida cotidiana, pero una vez que alza el vuelo, y con vuelo nos referimos a la producción literaria, desprende cuajos de hermosura textual que deleitan al lector, al igual que dicha ave, cuya belleza solo es apreciable desde abajo.

El motivo fundamental del nacimiento de este poema se remonta a una época de incertidumbre y rebeldía por parte de Baudelaire, que a causa de un altercado con su familia, por su adicción a las drogas y el desistimiento de sus días como estudiante de la facultad de derecho, esta decide enviarlo a Calcuta en un viaje marítimo en cuyo lapso se tejieron las palabras que vistieron de gloria al poema y a su autor.

En cuanto al orden material de las expresiones que dieron luz al texto, decimos que el mismo tiende hacia lo figurativo, ya que este pertenece al género lírico, el cual se corresponde con este tipo de lenguaje: “[…] dejan penosamente arrastrando las alas, * Sus grandes alas blancas semejantes a remos”. Aquí apreciamos cómo son descritas las alas del albatros de manera hiperbólica, queriendo además significar con esto que los dotes del buen poeta que siente los males de la sociedad en su versión más sublime, tiene cualidades que catapultan sus versos a alturas razonables, en un aleteo constante de sus poemas sobre los lúgubres cielos del suburbio parisino.
Suburbios


El contenido sentimental en el texto está marcado por una profunda pena, causada por el sufrimiento que representa ser un escritor maldito y por ende llevar ese estilo de vida desenfrenado y volitivo: “Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío, * Sus alas de gigante le impiden caminar”.

Plantación de opio, Afganistán
Las drogas, en especial el opio y el cannabis, estuvieron ligadas a lo que significaba ser un artista soñador en la época a la que se remonta el simbolismo, y ser soñador y además artista se multiplicaba por tres si se pertenecía al grupo de los poetas malditos, lo que representó en su momento un alto consumo de psicoactivos por parte de Baudelaire y su cuadrilla del mal, como parte importante de un proceso artístico creativo que pondría de manifiesto el caos y lo dantesco dentro de un fondo oscuro que bordea con la historia, la auténtica historia. En ese respecto, el autor hace referencia hacia el uso de alucinógenos, dejándolo entrever en un lenguaje figurado que solo logra desentrañar el lector ávido y documentado de la vida del poeta simbolista: “Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco! * ¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa, * Aquél, mima cojeando al planeador inválido!”.

La conducta social que revela el texto constituye una barrera para los escritores, por la razón de que el dedo acusador que asediaba el estilo de vida de los poetas malditos, conducta de la comunidad artística y la sociedad en general de la época hacia los simbolistas y que el autor trata de exteriorizar en este poema, de alguna manera limita la cosmovisión abierta y el decir tan ligero que caracterizaba a estos escritores: “Por distraerse, a veces, suelen los marineros * Dar caza a los albatros, grandes aves del mar, * Que siguen, indolentes compañeros de viaje, * Al navío surcando los amargos abismos”. En el fragmento anterior, Baudelaire bien pudo haber querido significar, desde mi óptica, que el poeta es cazado por la sociedad misma en su intento por desentenderse de los vicios que la atan, y son sus contemporáneos escritores los que le sirven de consuelo en su viaje hacia la auto destrucción en busca del arte más puro.

En lo relativo a la relación vida-obra, existen elementos biográficos de cuyos recursos nos hemos valido para dar carácter de análisis consensuado a este texto, que aseveran que sí existe una relación entre la vida del autor y este poema, ya que como bien dijimos en párrafos anteriores, la inspiración la encuentra Baudelaire en la travesía marítima que tenía previsto depositarlo en Calcuta, viaje dentro del cual se impregna de un sentimiento de nostalgia producto del rechazo que causa en los demás su estilo de vida, y las insidias que generan dentro de su misma familia actitudes y hábitos mundanos que le harán ganar el pseudónimo de poeta maldito.

El parecido que tiene un albatros con la vida oscura de un porta maldito hace alusión hacia una intención de relacionar su vida misma con la naturaleza por parte del autor, razón por la cual utiliza un ave relativamente fea a los ojos del humano que la percibe desde tierra, para corresponderse con lo fatalista que solía
ser su vida, y al igual que dicho animal, que cuando alza el vuelo deja ver su verdadera belleza, el poeta logra su mayor extensión artística en el momento en que vuela por los versos celestes de sus producciones poéticas, y cautiva la atención de toda una comunidad de lectores que se regocijan en tan pulidas lineas. Además, el ambiente que describe el poema es de tipo oceánico, lo cual es motivo suficiente para, en efecto, atribuir una relación hombre-naturaleza al fondo de este texto: “Por distraerse, a veces, suelen los marineros * Dar caza a los albatros, grandes aves del mar [...]”.

En lo que tiene que ver con la determinación de los personajes que figuran en la obra, concluimos en que los mismos son tomados de la realidad, ya que hay muchos marineros que circundan los mares franceses, y bastante más albatros que posan sobre sus navíos con el riesgo constante de ser cazados por su dantesco aspecto, dar a cada uno de estos personajes su corresponsal epocal y tendrán el marco de referencia perfecto sobre lo que representaba ser un poeta maldito, en una sociedad no menos vil que se ocultaba tras el manto de la hipocresía.
Billy R. Gomez

Albatros

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