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El proceso narrativo detrás de Las Crónicas de Narnia: el León, la Bruja y el Ropero (la película)



Con el gran impacto que generó la trilogía del Señor de los Anillos a principios del siglo XXI, se abrió un panorama de posibilidades para el cine fantástico, un género cuyas producciones hasta entonces no poseían gran mérito o aceptación. Es el momento cuando el género gana su lugar en la mesa redonda del mundo cinematográfico, y no es de extrañar que directores y guionistas en los últimos años hayan aprovechado esta apertura para traer a la pantalla historias fantásticas con un enfoque más maduro.

Dos años después de culminar el fenómeno del Señor de los Anillos, Andrew Adamson trató de seguir esta fórmula, adaptando al cine Las Crónicas de Narnia: el León, La Bruja y el Ropero, obra de C. S. Lewis, otro autor destacado de la fantasía épica, quien de hecho fue amigo íntimo de J. R. R. Tolkien. A diferencia de Tolkien, Lewis se dirige a un público más infantil, por lo que su mundo no es tan complejo y amplio como el de su colega. Esto que tal vez pudo significar una desventaja para el cineasta neozelandés, fue aprovechado para enriquecer el relato, agregando más escenas de acción a la película y profundizando en la dinámica familiar de los protagonistas, dándole de este modo un tratamiento más maduro a la novela, pero sin perder su esencia como cuento de hadas.

Es así como Andrew Adamson logró un equilibrio perfecto al mantenerse fiel a la historia original y al dotarla de un carácter más épico. Y su fórmula funcionó, ya que la película tuvo una enorme aceptación por parte del público general, convirtiéndose en un éxito de taquilla en el 2005, logrando además ser nominada a varias categorías de los Óscars, de las cuales ganó a Mejor Maquillaje. ¿Pero cómo todo esto fue posible? Si bien, la campaña de publicidad por parte de Disney, una de las productoras de la película, fue decisiva, además de contar en la producción con la Weta Workshop, el equipo creativo del Señor de los Anillos. No obstante, existe otro aspecto determinante para su éxito, el cual analizaremos a continuación.

Guion

Las Crónicas de Narnia no posee personajes complejos, en su mayoría son animales de fábula, además el relato de por sí es predecible, puesto que está pensado como un cuento de hadas (de antemano sabemos que estos relatos tradicionales con frecuencia conducen a una resolución feliz). Partiendo de ello, significaría un gran reto tratar de llevar la novela al cine del live action y pretender que un público no infantil se vea atraído por este tipo de historia. Pero Adamson y su equipo supieron manejar esta dificultad, elaborando un guion bien pensado.


Walt Disney and Walden Media
La película inicia con el plano general de un cielo nocturno, de fondo una música tenue pero algo tenebrosa. 

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Segundos después irrumpe la escena del bombardeo aéreo y la música se hace más estridente y tensa. Esta introducción, al estilo de algunas películas de acción, es el primer indicio de que en las próximas horas algo serio nos espera. Los guionistas pudieron haber iniciado el filme mediante un preludio narrativo con la voz en off de uno de los personajes testigos, por ejemplo, el profesor Kirke, pero en cambio nos ofrecen una escena inquietante que nos genera expectativa, como si nos advirtieran de que no estamos ante una película familiar cualquiera.

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Y luego tenemos un momento de persecución con la familia Pevensie, tratando de llegar al refugio, que culmina con la reprenda a Edmund por parte de Peter, debido a su imprudencia. Esta última escena es muy relevante, puesto que nos plantea el conflicto entre Peter y Edmund, tan importante en la historia.  

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A continuación, se nos presenta la emotiva escena en la estación de tren, tras la cual inicia verdaderamente la trama de la historia. Con ella culmina la introducción, que nos sirve para conocer el trasfondo del conflicto familiar: debido a la guerra, el padre de la familia se encuentra ausente, lo que ha llevado a Peter a asumir el rol del “hombre de la casa”. La diferencia de edad entre él y Edmund genera la típica rivalidad entre hermanos, intensificada por la ausencia de la figura paterna.  Todo este prolegómeno sirve para presentarnos a los personajes y empezar a crear lazos con ellos, sin necesidad  de profundizar en su pasado. No se nos muestran como simple niños, como ocurre en la novela, sino como personas con emociones significativas. Esto revela un tratamiento más maduro de los personajes por parte de los guionistas, y en efecto se logra generar un aspecto esencial en toda buena historia: la empatía.


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A partir de entonces la película sigue la trama de la historia original, con ciertas variaciones y escenas adicionales, pero manteniendo el argumento principal. Los hermanos Pevensie descubren un mundo fantástico a través de un ropero, y terminan envueltos en un conflicto que determinará el destino de todos. Ninguno de los planteamientos que se hacen al principio de la historia es abandonado, incluso la madre vuelve a ser mencionada en varias ocasiones, como un recordatorio de su importancia en la historia de los protagonistas. Parte de las escenas en grupo son aprovechadas para mostrar la relación conflictiva entre Edmund y Peter o la dinámica familiar entre los cuatro. Cada uno de los hermanos mayores va mostrando algún aspecto negativo: Edmund se muestra mezquino y egoísta, Susan, excesivamente racional, y Peter con aires de autosuficiencia.

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De los cuatro, Lucy es la que se mantiene fiel a sí misma a lo largo de la historia, a diferencia de sus hermanos que pretenden verse más maduros, revelando con ello precisamente su inmadurez. Y en efecto, Lucy se nos muestra como la más sensata de los cuatros.

La apertura al conflicto ocurre cuando a los Pevensie les es revelada la profecía que los involucra como los futuros héroes de Narnia. La reacción de los hermanos ante tal revelación es importante de observar. Ante la idea de enfrentarse a una bruja malvada para lograr restaurar la paz, los hermanos mayores reaccionan con incredulidad y no terminan de asimilarlo. Pero luego esta revelación termina significando para ellos la advertencia de que han llegado muy lejos y es momento de retroceder. Hasta entonces no habían percibido el peligro que corrían, ya el mundo no les resultaba agradable, el peligro era real. Resulta coherente que se vean intimidados ante tal situación, y en efecto la escena funciona mejor en comparación con el libro, donde todo transcurre en un ambiente amistoso. 

Ante otra imprudencia por parte de Edmund, el resto de los Pevensie se verán obligados a permanecer y contribuir con el cumplimiento de la profecía. Y es entonces cuando inicia el verdadero conflicto. Ellos tendrán que buscar la ayuda de Aslan para poder hacer frente a la bruja y salvar a su hermano.

Si bien, la película se tarda en arrancar, pero todas las situaciones previas al primer momento de acción son necesarias para seguir profundizando en los personajes, sus motivos y sus relaciones, de modo que todo lo acontecido nos resulte coherente. 

Todas las escenas de acción tienen como punto en común la tensión, la cual permite que nos creamos la situación y sintamos el peligro junto con los personajes. Esta tensión se intensifica en la batalla final que muestra una de las escenas mejor manejadas en la película.

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Volviendo a los protagonistas, tanto Lucy como Edmund, son piezas pilares en toda la historia. Las acciones de Edmund son los principales motivos por los cuales la trama avanza, constituyendo un aspecto crucial de la misma. Por su parte Lucy es el personaje llave que mantiene la cohesión entre todos los demás.


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Y entre el resto de los personajes cabe destacar la figura Aslan, el león parlante, que aparece como el doble arquetipo del sabio mentor y del héroe redentor que se sacrifica así mismo por el bien de los demás. Cada aspecto de él y su historia está cargado de connotaciones cristianas, referencias religiosas, las cuales no tocaremos aquí, puesto que no forma parte de nuestro propósito. Es relevante señalar, en cambio, el tratamiento que se le da en la historia. Desde su primera aparición se nos muestra como una figura solemne e imponente que inspira respeto y admiración, reforzada la mayoría de veces por planos contrapicados. Luego de llegar al acuerdo con la bruja, se nos empieza a mostrar vulnerable, como anunciando lo que pasaría con él después. No se tarda mucho en sentir empatía con él, pues su personalidad nos remite a grandes personajes, como el padre del Rey león o Gandalf del Señor de los Anillos. Toda su historia es abordada con la seriedad que requiere el personaje, sin limitarse a mostrar la imagen vulgar de un león parlante. 

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Por otra parte, no podíamos dejar de mencionar su antítesis en la historia, la Bruja Blanca, a quien Tilda Swinton personifica de forma magistral. A pesar de ser un personaje plano, adquiere notoriedad y su presencia inunda la pantalla cada vez que hace aparición. Esto es gracias al tratamiento que recibe, diferente al que generalmente tiene este tipo de villano. Siendo una bruja de cuento de hadas, esperaríamos la imagen cliché de una señora histérica, con una risa maquiavélica a ratos y mostrando aires de grandeza. En cambio tenemos un personaje sereno, calculador y sutilmente manipulador, que si bien tiene ciertos arrebatos de ira, pero la mayor parte de la historia se mantiene ecuánime, fiel a la imagen de una reina de personalidad imponente. Todos estos aspectos hacen de ella, una villana memorable.

La premisa principal de la historia gira en torno al tema de la madurez. Todo el viaje y la aventura de los Pevensie es un camino hacia la madurez. La experiencia en Narnia les sirve para reconocer sus errores, resolver sus diferencias y en efecto crecer como mejores personas. Resulta simbólico el final, pues los protagonistas se vuelven reyes tras cumplir con su misión, y una vez siendo adultos, es decir habiendo alcanzado la madurez, retornan a su propio mundo con la lección aprendida. Es una metáfora de la maduración, y es en este aspecto donde podemos dividir la historia de la trama. La historia se refiere a este proceso de crecimiento moral, mientras que la trama está definida por la lucha contra la Bruja Blanca. Pero ambas se complementan en el relato de forma interdependiente. Y podríamos concluir que la premisa se refiere a cuatro hermanos que, con la ayuda de un león parlante, luchan contra una bruja malvada para salvar un mundo fantástico, alcanzando una mayor madurez moral en el proceso.

En efecto, el punto principal de esta premisa es pues el cambio de carácter que sufren algunos de los protagonistas, especialmente Edmund, que pasa de ser un niño mezquino y egoísta, a sentir empatía por los demás y convertirse en un hombre valiente. Asimismo, Peter, que en un principio dudaba de su valor, asume sus responsabilidades con mayor conciencia, y Susan deja de tomarse las cosas con tanta seriedad. Este aspecto es de suma importancia para que una película logre ser memorable, y las Crónicas de Narnia lo maneja bien, a pesar de poseer un argumento simple que no contribuye mucho al desarrollo de los personajes.

Cabe destacar la escena tras el final de la batalla, cuando Edmund yace herido y sus hermanos corren a socorrerlo. Esta  muestra un paralelismo con la escena en el refugio, ya que Peter repite las mismas palabras que le espetó a Edmund en aquel momento. Como en el principio, Edmund actúa por su cuenta y termina poniéndose en peligro, pero esta vez su acción no fue egoísta,  sino heroica. La  escena funciona como una recompensa emocional y plantea el clímax de la historia al mostrar la verdadera reconciliación entre Peter y su hermano, cerrando su arco con las mismas palabras con las que se inició.
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En conjunto, cada aspecto mencionado anteriormente revela un cuidadoso manejo del guion en relación con los personajes y las situaciones en las que se ven envueltos. Se nota que no solamente se centraron en presentar una aventura épica, sino también en hacer coherente las motivaciones de los personajes y sus relaciones a lo largo de la historia. Los guionistas pudieron seguir el mismo ritmo de la novela, donde las situaciones se suceden una tras otra con bastante rapidez, sin embargo optaron construir una historia familiar coherente a la par del espectáculo visual, aunque eso significase más metraje. 

También hay que darle mérito a la dirección de arte y producción que se esmeró en mostrar una estética única para la película, dándole vida a los escenarios y paisajes donde transcurre la historia. Si bien, en ocasiones es evidente que los personajes están frente a una pantalla verde, en algunas escenas los efectos especiales no tienen buen aspecto, además los errores en la edición son frecuentes. No obstante, en su conjunto la película funciona bastante bien. No podíamos terminar sin mencionar la banda sonora compuesta por Harry Gregson Williams, sin la cual las escenas carecerían de la tensión, la emoción o la emotividad que las caracterizan.

En definitiva, Las Crónicas de Narnia es una película memorable, que nos recuerda el valor de la unión familiar, a través de una aventura épica disfrutable. Es un ejemplo de cómo puede hacerse una buena adaptación, manteniendo la esencia de la historia original, pero llenando sus huecos argumentales, mediante un guion bien trabajado y asumido con mayor seriedad.


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