Las aportaciones de Jean Paul Sartre en el campo de la filosofía han permitido un mayor esclarecimiento de ciertos aspectos sobre el existencialismo, corriente cuyo concepto en su apogeo había adquirido tal amplitud que, como señala el propio Sartre, ya no significaba absolutamente nada. En “El existencialismo es un humanismo”, (escrito que recoge la conferencia homónima dictada por el filósofo francés en el 1945) Sartre provee una explicación de los conceptos fundamentales de dicha corriente y la defiende de una serie de reproches de los cuales había sido objeto en su momento.
Uno de los primeros aspectos tratados es el conocido planteamiento de que “la existencia precede la esencia”. Sartre afirma que tal planteamiento “significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define”. Para entender esto primero habría que tener claro los conceptos “existencia” y “esencia” y qué significado tienen en este contexto.
Generalmente, la esencia se entiende como el conjunto de cualidades o características que hacen que una cosa sea lo que es y sin las cuales dejaría de serlo, en otras palabras, aquellos rasgos que permiten definirla. Piénsese en un tenis, por ejemplo, en sus notas esenciales está el hecho de ser un calzado deportivo cuyo diseño de material flexible permite un mejor desplazamiento y ajuste del pie para ciertas actividades físicas, sin estas características el tenis sería un calzado cualquiera.
Respecto al ser humano con frecuencia dicho término se identifica con el de “naturaleza humana” y en diversas corrientes se ha entendido como algo innato, invariable y universal en el hombre. Al descartar la existencia de Dios, el existencialismo (representado por Sartre) niega tal naturaleza humana, puesto que no hay un creador que pueda concebirla. Con ello quedaría resuelta la cuestión de que, si el hombre es bueno o malo por naturaleza, y otras de la misma índole. Pero si esta no es la esencia del ser humano ¿A cuál se refiere el existencialismo? A la que el hombre mismo concibe después de existencia.
¿Qué es la existencia en este sentido? Para esta interrogante habría diversas respuestas. Con frecuencia se entiende como “el ser del hombre”, “la conciencia de sí mismo y de la realidad”. El hombre posee existencia cuando es consciente de sí y del mundo que le rodea, cuando se hace así mismo a partir de sus elecciones libres. Esto sería diferente a “existir” que se refiere a “estar en el mundo”, al igual que una roca en el suelo, un árbol al pie de una colina, etc. Así sólo el ser humano posee existencia en un sentido estricto, ya que es el único ser con conciencia de su existir. Aquí se aprecia la influencia del planteamiento cartesiano: “Pienso, luego existo”.
Se entiende entonces que la expresión “La existencia precede la esencia” indica que, en el caso del ser humano, no hay una esencia fija que permita definir a toda la humanidad, sino algo que el hombre mismo define en la medida de que es consciente de sí mismo y se crea a sí mismo a partir de sus elecciones. Tal esencia se refiere al hombre cultural, al ser humano como tal, al conjunto de aspectos y valores culturales que permiten diferenciarlo de sus congéneres y del resto de las especies vivientes en el mundo.
Como señala Sartre:
El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como él se concibe después de la existencia.
El hombre no es otra cosa que lo que él se hace.
Ahí radica el primer principio del existencialismo.
Fuente consultada:
El existencialismo es un humanismo, Jean Paul Sartre
Edición e introducción de Arlette Elkaim Sartre
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