A
veces en lo simple encontramos algo significativo, inclusive las películas poco
interesantes pueden revelarnos un aspecto de nuestra realidad. Ingrid Goes West
(2017) es uno de esos filmes que fácilmente pueden pasar desapercibidos ante
nosotros. Dirigida por Matt Spicer, ganadora a mejor guion en el Festival de
Sundance, la película aparenta ser una típica comedia americana con matices
dramáticos, pero es más de lo que muestra a simple vista. Cuenta la historia de
Ingrid, una joven obsesiva, con claros problemas emocionales, que tras la
muerte de su madre se refugia en el Instragram para ocupar el vacío dejado por
la ausencia de su progenitora. Es entonces cuando empieza a seguir a una chica
con una vida aparentemente perfecta en la que encuentra un consuelo para su
miserable existencia, y cuando se ve con el dinero heredado de su madre, viaja
al oeste con el propósito de conocer a la dueña de su admiración. Ingrid
invierte toda su fortuna en imitar el estilo de vida de su ídolo y eventualmente
acercarse a ella, llegando a ejecutar las acciones más absurdas e inimaginables
con tal de lograr su propósito. En la relación ficticia y superficial que se
manifestará entre estas dos mujeres se percibe una crítica social a la conducta
de muchas personas en la actualidad.
A pesar de ser una historia predecible en
muchos aspectos, revela lo obsesivos que podemos llegar
hacer en nuestro afán de estar al tanto de las acciones de esas personas que
admiramos (o que más bien envidiamos), pretendiendo con ello sentirnos
partícipes de sus vidas, cuando ellas a veces ni siquiera están al tanto de lo
que ocurre en sus redes sociales. También nos muestra la necesidad de
aceptación y atención que hoy en día muchos sienten, en un medio virtual que
sirve como plataforma para albergar la hipocresía social, las falsas
apariencias y las fantasías de algunos. En definitiva, Ingrid Goes West es un
filme que brilla más por las interpretaciones de sus estrellas que por la
historia contada; no pretende tener un fin moralizador, pues su crítica se
limita en recordarnos lo patéticos que somos, y que podemos llegar hacer,
mostrando una vida falsa a través de las redes sociales.
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