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Howards End: un encuentro de vidas enfrentadas


Matthew Macfadyen y Hayley Atwell como Henry Wilcox y Margaret Schlegel  en la adaptacion de Howards End por la BBC

De acuerdo con David Lodge (1992), un libro es considerado original cuando el escritor “nos ha hecho percibir algo que, en un sentido conceptual, ya sabemos, y lo ha hecho desviándose de los modos convencionales, habituales, de representar la realidad”. Tal vez para el público actual E. M. Forster no ha cumplido con algunos de esos últimos criterios al escribir Howards End, pero su obra logra llevarnos por espacios y situaciones ya conocidas de una forma única y cautivadora. Publicada en 1910, la novela a simple vista presenta un argumento habitual para su época: la historia de las relaciones y conflictos entre dos familias burguesas y un matrimonio humilde, destacando así el choque de clases. Pero este argumento se yergue bajo el discurso de un autor con una prosa elegante y bien cuidada que no llega a la presunción y se limita a describir solo aquello que es necesario, dejando espacio para los diálogos y la psicología de sus personajes. 

La historia nos muestra situaciones típicas de la novela romántica. Inicia con el romance entre Helen Schlegel y Paul Wilcox y el malentendido que surge tras este, el cual terminará por separar a las familias de ambos por un tiempo. Luego viene la aparente reconciliación entre ellas tras la muerte de la matriarca de los Wilcox, mistress Wilcox, reconciliación que se consolida con el matrimonio entre Henry, el viudo de la difunta, y Margaret Schlegel, hermana mayor de Helen. Pero entre ellas mediará la presencia de los Bast, que irrumpirán en la forma de vida de estas familias, sin lograr encajar, desatando más conflictos y giros en la historia, que el autor maneja de forma impresionante, empleando como recursos el drama y el suspense. 

Cada una de las familias principales representa un sector diferente de la sociedad burguesa a principios del siglo XX. Por un lado, están los Schlegel, encabezados por Margaret y Helen, representantes del sector culto, independiente y progresista que estaba ganando espacio para la época. Y por el otro, están los Wilcox, encabezados por Henry, imagen del capitalismo, el conservadurismo y el pragmatismo de un grupo que aún arrastraba con los vestigios morales y conductuales del siglo anterior. Con frecuencia algunos comportamientos de los Wilcox son reprobados por las Schlegel, cuya perspectiva es la predominante en la obra, especialmente la de Margaret. 

Margaret encuentra en Henry la figura masculina e imponente que necesitaba en su vida, tras tantos años de soltería, y él mira en ella a una mujer joven e inteligente, digna de ocupar el lugar dejado por su difunta esposa. Pero las diferencias entre ellos son bastante notorias. Su relación muestra la incompatibilidad entre la juventud y la vejez, entre el progreso y el rezago social, lo liberal y lo conservador, sin que ningún aspecto logre imponerse sobre el otro. Constituye la imagen de posturas y perspectivas vitales de personas que pertenecen al mismo grupo social, pero a generaciones y mentalidades diferentes. Sin embargo logran convivir, a pesar de la discordancia que separa a sus familias. Y al margen de esta discordancia se encuentra el matrimonio de los Bast, el sector humilde, víctima de la insensibilidad o la superioridad mostrada por las familias burguesas. 

Mediante una voz autorial, Forster nos va refiriendo la historia de estas familias, deteniéndose en las actuaciones y pensamientos de los personajes. A veces combina su discurso con el formato epistolar, manteniendo una correspondencia entre los personajes que en mi opinión no solo muestra la distancia física y comunicativa entre ellos, sino también la distancia simbólica que los separa. 

Entre las conversaciones de algunos personajes, principalmente entre Henry y Margaret, se percibe un punto de inflexión en la historia que permite disfrutar de discusiones intelectuales, las cuales muestran no solo sus particulares visiones del mundo, sino opiniones sobre diversos tópicos interesantes, sin caer en la afectación propia de los ingleses de la época. 

Los personajes principales no pretenden ser modelos morales o sociales, a excepción de mistress Wilcox, a quien el autor muestra desde un principio como alguien que no pertenece al mundo de los demás, y aun así su imagen inmaculada se quiebra ante su familia, cuando ella deja en herencia Howards End a Margaret, su íntima amiga. Incluso Margaret en ocasiones recae en faltas debido a su amor por Henry, que le impide reconocer los defectos de él y la lleva a apoyarlo en sus desconsideraciones. Sin embargo, al final las consecuencias de las acciones de los protagonistas los lleva a reivindicarse y a reconocer en sí mismos y en los demás sus faltas, generándose entre ellos una conciliación. Aunque esta conciliación costó el sufrimiento de los menos favorecidos en la obra. 

Si bien, los menos favorecidos vienen siendo desde un principio los Bast, que entran en la historia tras el encuentro casual entre el Joven Bast y las hermanas Schlegel, ocurrido en medio de un concierto. El joven, admirador de la cultura, ve en las hermanas el ideal de la vida intelectual que él aspira, pero ellas en un principio solo aprecian en él un raro espécimen de la vida humilde que les conmueve y les sirve para manifestar la solidaridad poco sincera que los ricos suelen mostrar. En su relación se percibe la incompatibilidad entre las dos clases, históricamente opuestas y separadas. Aunque se victimice a los Bast, hay que reconocer que su sino es el producto de sus decisiones, si bien influenciadas por los demás, pero cuya responsabilidad recae en ellos. Todo esto revela una imagen injusta de la sociedad que puede molestarnos, pero que al final es un reflejo de nuestra realidad. 

Y se preguntarán ¿A qué viene el título? Pues Howards End es solo una casa de campo que aparentemente incide poco en las situaciones acontecidas. Sin embargo posee un valor simbólico prominente en toda la historia. Por una parte constituye un juego de palabras que se traduce como “El fin de los Howard”, la antigua familia a la que pertenecía mistress Wilcox, y que representaba la vida simple y tranquila, alejada del ajetreo de la civilización, con todas sus revoluciones sociales e industriales y sus choque de ideas. Asimismo es el escenario de las escenas y los conflictos más relevantes de la historia: es el lugar testigo del romance entre Paul y Helen que luego desencadenará el conflicto entre las familias de ambos, también es la razón del resentimiento que se mantiene latente entre ellas cuando mistress Wilcox en su lecho de muerte deja la casa como herencia para Margaret; y por último es el escenario del encuentro entre Margaret y Helen, tras la huida de esta, y el lugar donde se desarrolla el clímax de la historia y el refugio que los protagonistas encuentran al final para curarse de todos los contratiempos ocurridos. Así Howards End viene a representar un pequeño mundo, que no escapa de los conflictos de la sociedad exterior, pero que siempre significará el ideal de la vida serena y feliz, exenta de los prejuicios, las apariencias y los vicios de la civilización.

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