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Una introducción al concepto del superhombre



Friedrich Nietzsche
Uno de los aspectos centrales en la filosofía de Friedrich Nietzsche es el concepto del Übermensche (superhombre o suprahumano). Resulta inevitable mencionarlo a la hora de hablar del filósofo alemán, puesto que constituye una marca por la que él es ampliamente conocido, no solo en el ámbito filosófico, sino también en otras esferas. Este término bastante complejo ha dado origen a múltiples interpretaciones y explicaciones, pero para algunos todavía queda pendiente la interrogante: ¿qué es en realidad este "superhombre"? 

No, no es la caricatura de Nietzsche con traje de Superman, ni nada que pueda tomarse en sentido literal. El lenguaje que solía emplear Nietzsche era retórico, por lo que su obra con frecuencia está cargada de metáforas y términos, como el aludido aquí, que requieren de una detenida interpretación. El superhombre no se identifica con una clase social privilegiada ni tampoco hace referencia a una raza superior. Es la imagen de los espíritus libres e independientes, fieles a la vida, al sentido de la tierra. Constituye la última fase en la autorrealización del ser humano, en su conformación como ente moralmente autónomo. 

Nietzsche en una ocasión describió al hombre como una cuerda tendida; detrás de la misma está el animal y delante el Superhombre. Debajo de la cuerda se encuentra un abismo. De esto se deduce que el hombre se encuentra en un punto intermedio, por lo que el superhombre es una etapa a alcanzar. Es posible que la cuerda flaquee y termine rompiéndose, cayendo al abismo, o quedar tendida para siempre sin llegar al otro extremo. 

Para llegar a la fase en la superación y liberación del superhombre, como condición debe darse la muerte de Dios. Esta es entendida como el abandono de toda creencia en una divinidad o ser sobrenatural que da sentido a todo; la creencia en una realidad fuera de la nuestra, en una entidad absoluta y universal. 

Esta muerte de Dios generará en el ser humano un estado de nihilismo (del latín nihil, nada) en el cual se da cuenta de que la vida es absolutamente insostenible, ya que no existe aquello que le da sentido a la misma. Cuando esto lo lleva a un estado de quietismo, se le conoce como nihilismo pasivo, pero cuando lo impulsa a crear nuevos valores se vuelve activo. Este último es concretamente la condición necesaria para la aparición del superhombre. 

El superhombre se define más bien por su conducta moral que viene determinada por las siguientes características: 

El superhombre es un ser que no necesita de la compañía de nadie más, le basta consigo mismo para vivir; 

Rechaza la moral de los esclavos, la moral del rebaño, fundamentada en valores decadentes: la humildad, la compasión, la solidaridad, la misericordia, la prudencia, etc.; 

Crea sus propios valores. No los toma de otros, los inventa él mismo y los aplica en su vida, y esos valores que crea son fieles a la vida y expresan su individualidad; 

Vive en la finitud, consciente de las limitaciones de la vida, es un ser dionisíaco que no reprime sus instintos vitales; 

Rechaza el igualitarismo, entiende que no tiene por qué comportarse como el resto, expresa su individualidad libremente y está abierto a la diversidad; 

En definitiva, es un espíritu libre que abraza la vida a plenitud. 

En su obra “Así habla Zaratrusta” Nietzsche expone esta transformación del ser humano en superhombre mediante la metáfora del camello, el león y el niño. El camello simboliza el hombre sometido que tiene que soportar la dura carga de los códigos y normas que la moral tradicional le ha impuesto; en consecuencia no es un ser libre, y solo cuando aspira a algo más da paso hacia el siguiente estadio. El león constituye este siguiente estadio; es el hombre que está consciente de que los valores son una mera invención, un instrumento de los débiles para imponer su dominio sobre los fuertes, y contribuye con su destrucción. Cuando este es capaz de crear valores propios entonces se transforma en el niño, que es la imagen del superhombre. El superhombre al igual que el niño solo vive el momento, juega con la vida sin darle un sentido o propósito, e inventa su propia realidad. 

La transmutación de los valores es un momento necesario para la destrucción de la moral de los esclavos y la aparición del superhombre, la fase última de la autorrealización del ser humano. Solo cuando el ser humano sea capaz de acabar con los valores tradicionales podrá dar paso hacia su liberación, hacia su transformación en el superhombre, trascendiéndose a sí mismo.
En el concepto de este ser libre, creador de sus propios valores y amo de su destino, descansa la moral propuesta por el filósofo alemán. 

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